Comportamientos tóxicos que pasan desapercibidos. Las películas y las series que hemos consumido durante años han ayudado a reforzar la idea del amor romántico.
El peligro de idealizar las relaciones en base a las historias que hemos consumido toda nuestra vida es que idealizamos a las personas y, cuando estas no cumplen con los parámetros que esperábamos de ellas, el mito se desmorona.
Hay ciertas actitudes que persisten en algunas parejas que son propias de relaciones tóxicas. Gestos que pueden venir de cualquiera de las partes y que pueden ser un peligro si el otro los identifica como gestos románticos en lugar de lo que son: acciones de control, celos y protección que derivan en relaciones nada saludables.
Repasamos algunos gestos que muchos aún siguen considerando románticos y con los que, sin embargo, hay que tener mucho cuidado.
Sabías que…
Bajo los comportamientos tóxicos de las personas subyace una inseguridad y baja autoestima. Son el mejor reflejo de la falta de amor propio y sirven para compensarlo.
A estas alturas ya deberíamos tener aprendida bien la lección, y es que los celos se pueden convertir en un aspecto muy tóxico que termine con la relación. A mayor cantidad de celos no es mayor el amor que siente por ti, aunque así puedan interpretarlo muchas personas.
La base de una relación es la confianza y cuando los celos hacen su aparición, una de dos: o una parte de la pareja está desconfiando o la otra está fallando al compromiso y la lealtad. El problema de estos es cuando aparecen sin ningún motivo aparente o por gestos y acciones que no suponen un peligro para la relación. Cuando se convierten, en definitiva, un medio de control.
Parece romántico que tu pareja quiera estar todo el tiempo contigo y te proponga numerosos planes juntos, ¿verdad? Cuidado, porque este comportamiento está muy cerca de ser tóxico.
Una cosa es querer estar todo el rato con tu pareja porque te encanta pasar tiempo con ella y otra muy diferente es llenarle la agenda de planes, impidiendo así que pueda también pasar tiempo con sus amigos, su familia o compañeros al margen de ti. Si la otra parte lo acepta corre el riesgo de alejarse de otros apoyos fundamentales y convertir a su pareja en el centro de su vida.
¿Te dice constantemente que no tiene amig@s de su sexo opuesto (en el caso de una relación heterosexual) y que tú eres la única persona a la que permite entrar en su vida? Estas palabras pueden sonar muy bonitas, pero también pueden ser muy peligrosas. Si el otro no quiere tener amigos de su sexo opuesto, es su decisión, el problema está en que exija lo mismo para ti. Esas condiciones no las aceptaste y sin embargo puedes pensar que es lo justo.
La otra persona deberá aceptar tus amistades, sean del sexo que sean, y depositar confianza en ti. Si no es así, la relación puede tomar caminos muy escabrosos de los que será difícil salir bien parado.
Príncipe salva a la princesa y la protege de todos los males. Nos hemos tragado numerosas historias con este patrón del amor romántico, y es por eso mismo por lo que no debemos pasar por alto que una persona controladora, que cotillea nuestro teléfono y necesita saber constantemente dónde estás y qué haces, no te está protegiendo. Como si no hubieras podido sobrevivir por ti mism@ antes de conocerl@.
La comunicación es importante, pero también debemos tener cuidado con los detalles de nuestra vida que contamos a otra persona. Dar demasiada información sobre relaciones pasadas o cargar contra exparejas puede ser un signo de que esa persona aún no está preparada para comenzar una nueva relación, pues sigue estancad@ en el pasado. Puede cometer el error de pagar contigo frustraciones y decepciones pasadas y terminar convirtiendo la relación en un cajón desastre lleno de toxicidad.
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