Hay dos cosas que te llevan por el camino de la amargura. La primera es tu adoración por el chocolate. La segunda, las cenas contundentes. Las tabletas de cacao no dejan de darte alegrías. ¿Y esos huevos fritos con patatas a las once de la noche? Están de vicio, sí, pero no hacen más que regalarte remordimientos justo después de mojar el último trozo de pan en el plato.
Cuando eso pasa, un pensamiento se apodera de ti: «¿Por qué me apetece siempre pizza y nunca brócoli para cenar?» Encerrarte en tu habitación atado a la cama antes del informativo de las nueve para evitar la última comida del día no es la solución. Con el ayuno solo conseguirás multiplicar tus ganas de atracar la nevera de madrugada. ¿La solución para no engordar? Acertar con el menú.
Durante el estado de alarma decretado por el Gobierno para hacer frente a la expansión del Covid-19, el confinamiento no ayudaba demasiado… Tantas horas de encierro provocaban aburrimiento, estrés y eso conlleva ansiedad por comer. Pero con un poco de fuerza de voluntad y llenando tu despensa de alimentos saludables verás cómo cuidarse no es tan complicado.
A no ser que te calces las zapatillas a medianoche para usar el carril bici de tu ciudad, no quemarás todas esas calorías que estás ingiriendo cada noche con las cenas. El reposo a esa hora del día nos impide deshacernos de esos azúcares que nos metemos entre pecho y espalda. Por eso, para engullir un menú rico y no engordar, la clave está en optar por alimentos de fácil digestión y que nos sacien.
Además, el plato debe incluir hidratos de carbono y proteínas, en la medida de lo posible, pues el equilibrio de nutrientes resulta fundamental en tu reto. Vamos, que cenar ligero no tiene por qué ser comer un yogur desnatado y rezar para no pecar.
Es un rollo hacer la lista de la compra, ¿verdad? Pues ahora vas a matar dos pájaros de un tiro. Te damos las siete recetas que necesitas para tus últimas comidas de cada día de la semana y, a la vez, los ingredientes que debes meter en la cesta. ¡Apunta!
Fibras, minerales y vitaminas, y una cifra irrisoria de calorías. Ni la fórmula de la felicidad te dará tanta alegría. ¿Ves cómo no tienes por qué sufrir para cuidar la línea?
La pasta no es tu enemiga. Lo prohibitivo es esa salsa que te preparas con todo lo que pillas por banda en la cocina. Un plato de macarrones con una pizca de aceite, ajo y verduritas. ¡Sabrosísimo!
El omega 3 será tu mejor aliado. Tu cuerpo no solo va a ingerir grasas saludables, sino que descansará mejor que nunca. ¡Ve sacando la sartén!
Cualquier cosa que pase por el horno está de muerte. Prueba a rociar el preparado con una pizca de orégano y parecerá que estás comiendo pizza. ¡Tu sueño hecho realidad!
Lubina, dorada… ¡Tienes que frecuentar más la pescadería! Tan solo has de girar la ruleta del horno y obtendrás una comida que merecerá tu mejor mantel… y que dará la bienvenida a un vientre plano.
Pelar, cocer y batir. Solo tres pasos para conseguir un puré nutritivo y con un toque dulce natural. Además, diseccionar la calabaza cuesta horrores. Vamos, que sudarás antes de probarlo.
Pocas cosas hay más ricas, ligeras y saludables. Y ni siquiera necesitas ser Jordi Cruz para cocinarlo.
Siguiendo este esquema, te irás a la cama con buen sabor de boca y sin un kilo de más. ¿Que te entra hambre antes de acostarte y no puedes reprimirla? Infusión o fruta; grábate estas dos palabras en la cabeza.
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