Cuando un matrimonio es muy largo se cumple aquello de contar con un “compañero de vida”. Pero incluso en las relaciones más bonitas puede haber errores imperdonables. Una de las peores sensaciones que existen es la impotencia. Es muy frustrante saber que algo está mal y no poder arreglarlo.
Esto le pasa a Carmen. Tras 44 años casada, descubrió que su marido fue infiel en varias ocasiones, incluso con una gran amiga de Carmen. El problema es que ahora es viuda, y él se lo confesó arrepentido poco antes de morir. Durante su matrimonio Carmen lo sospechaba, pero nunca llegó a tener pruebas y su marido no le daba la razón. No pudo hacer nada en su día ni puede hacerlo ahora. Ella se siente frustrada, impotente y doblemente traicionada: por él y por su amiga. Cree que habría sido mejor para ella no saber nada que enterarse en aquel momento. Le resulta mucho más difícil cerrar la herida ahora que no puede hablar las cosas con él.
*Texto: María Aragonés