Bunbury edita Posible
Y su amigo Iván Ferreiro es el encargado de desenmarañar los secretos de esta nueva joya discográfica
Iván Ferreiro
Gondomar
6 de Febrero de 2020
La posible textura de lo imposible.
“Posible” es un disco al que hay que acercarse como a todos los discos de Enrique, con calma y mucha atención.
Aunque a alguno le parezca que el sonido, plagado de electrónica y nuevas texturas, es muy diferente, pronto se dará cuenta de que sólo es una nueva manera de contar las cosas y buscar emociones.
Ningún disco de Enrique se parece a sus predecesores. Su continua búsqueda, su inquietud y su alergia por el aburrimiento consiguen que sus canciones siempre suenen nuevas. Su creatividad es desbordante y su necesidad de mejora se nota en toda su obra. Da la sensación de que siempre está en estado de gracia.
Personalmente necesito un buen número de escuchas para hacerme con las letras. Unas letras que son cambiantes y se interpretan de mil maneras, llenas de referencias a otros músicos, cineastas o escritores. Curiosamente esas letras parecen decir las cosas de forma muy clara y es después de unos días, meses o años que uno se da cuenta de que igual decían otra cosa.
Llevo unas semanas escuchando el disco y mejora en cada escucha. En “Posible” sigue existiendo la actualidad más cercana. Es un análisis del mundo y de la forma en que Enrique lo experimenta. La sociedad actual, el amor y la relación de los seres humanos con el planeta, con el universo y con los misterios de la vida.
Te encontrarás con realidades paralelas e Instagram, con Nick Cave y con David Lynch, con la convicción y la duda, con el rock y el bolero, con el amor y con el deseo.
Siento en algunas canciones, como en la que abre el disco, que es un dialogo muy directo e íntimo con el oyente. Como muchas otras veces, Enrique me habla a la cara, me acaricia y me mira a los ojos. La canción de amor al espectador, a la musa y al acto de hacer canciones.
Canciones de amor a las canciones.
Me parece especialmente interesante el sonido del disco.
Aunque existe una buena cantidad de electrónica, ésta se funde en su sonido de una forma muy natural. Elegir sonidos de sintetizadores es un trabajo complejo que debe hacerse con gusto e intención.
Destacaría ese buen gusto en lo electrónico, su naturaleza y su profundidad. La forma en que se han adaptado las cajas de ritmos y los teclados con las guitarras y su voz, con alevosía y una intención clara. La intención de buscar la belleza en otras texturas, la alevosía de cambiar y encontrarse a sí mismo a partir de nuevos lugares. De reconocerse en nuevos espejos.
Pero si al leer esto crees que te encontrarás con un disco que no suena a Bunbury estás muy equivocado. Te vas a encontrar con un disco de Bunbury lleno de grandes canciones que te removerá como siempre lo ha hecho. Un disco completo, complejo, importante, hermoso y emocionante, que sigue conteniendo el combate y la rendición, la seguridad y la duda y sobre todo mucha honestidad. Porque no creo que Enrique sepa hacerlo de otra manera.
Las maneras. Las maneras lo son todo en la vida y en la música. Enrique es una artesano de canciones y su artesanía no contempla la mediocridad ni la autosatisfacción vacía.
Los artesanos como Enrique sólo saben de calidad. No puede evitarlo, odia la medianía y eso es lo único que cuenta.
La emoción y la canción. La honestidad y la búsqueda.
Lo imposible convertido en lo posible.
Como nota negativa sólo comentaré que Jose Girl ha hecho un video de “Deseos de usar y tirar” que me produce muchísima envidia y les odio un poco a los dos.
Construyen una de mis fantasías personales. La participación de ciertos personajes icónicos en situaciones referidas a un mundo inventado por alguien que me cambió la vida y que se convirtió en referencia y obsesión.
La fuerza de las imágenes me lleva a pensar que las canciones son la obra de un mago. Me hace pensar en los sueños y en las canciones.
En el intérprete y las canciones, el intérprete duplicado en quien interpreta cantando, y en quien interpreta escuchando en busca de un significado. El observador y el observado, las dos partes del espejo.
Me recuerda que “Somos el soñador que sueña y vive dentro del sueño” y una vez más me lleva a la eterna pregunta: ¿Pero quién es el soñador?.
Me lleva a creer que Enrique es “como el mago que anhela la posibilidad de hallar un camino entre dos mundos¨.
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