Hay segundas oportunidades que se dan con ilusión, con la esperanza de que la otra persona supere una enfermedad como el alcoholismo. Pero si esa persona no está dispuesta ni quiere curarse, debemos reunir valor y dejar de luchar por ella. No podemos hipotecar nuestra vida a costa de alguien que no lo valorará.
Ana lleva 20 años casada y desde hace 15 su marido bebe a diario, lo que supone un problema por la agresividad y mala educación que lo acompaña. Por mucho que Ana le haya intentado ayudar, él no ha cecido nunca, así que ella se pasa el día buscando actividades para no estar en casa. Ana se planteó la separación en su día, pero le dio una oportunidad. Ahora su hija mayor le ha aconsejado que se separen de verdad porque la situación es insostenible. Ana ya no está enamorada y está empezando a ver que la única solución es acabar con la relación, pero él no se lo quiere poner tan fácil.