Miriam Patricia rompía el hielo explicando que fue su padre quien, sin avisar, llegó al registro para ponerle ese nombre. Imaginaos el cabreo posterior de la madre al ir y descubrir que el nombre ya estaba oficializado.
En el caso de Estela, se pusieron de acuerdo para que cada uno eligiera el de sus dos hijas; mientras que Pura se quedó así cuando debería haberse llamado Inmaculada: «A mi madre se le olvidó ese pero sí recordó que tenía una tía llamada Purificación».