Nuestra compañera comienza resaltando todas las ventajas de que duerman juntos, como las confidencias, los juegos o el entretenimiento conjunto. Razones más que suficientes para no dar este paso si ellos no lo «demandan«; bien de manera explícita, bien a través de discusiones o peleas.
Cuando ha llegado el momento de separarles, hay que tener claro un aspecto clave: «El que se va de la habitación debe hacerlo con alegría». Con esta frase, Rocío Ramos-Paul aconseja que no sea el menor el que salga por inercia y se haga un «consenso» para que ninguno se sienta «abandonado«.