Una familia estaba visitando los Museos Vaticanos y comenzó a llover fuerte. Se refugiaron en un restaurante céntrico y pidieron tres perritos calientes y un sándwich junto a la bebida.
Por todo ello le cobraron 119,34 euros, una cifra estratosférica para las pocas cosas que habían pedido. Lo más gracioso fue la respuesta del dueño cuando se quejaron: “Esto ya estaba en el menú de la puerta”.
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