No hay mayor satisfacción para un padre o una madre ver a un hijo feliz. Su sonrisa es la nuestra, si ellos están contentos, pocas cosas más nos pueden quitar el sueño.
Pero ¿qué ocurre cuando no ves esa felicidad en su rostro?
¿Sabes que cuanto más mayores son los niños más infelices son? ¿Quieres saber por qué?
Te lo vamos a contar, pero lee este artículo con perspectiva, sin sentirte culpable, porque sabemos que como padre o madre, solo has pretendido lo mejor para él/ella.
Todos los niños son felices, si les dejamos ser niños.
Cuando nos convertimos en seres hiper protectores, controladores, excesivos en nuestra preocupación, estamos contribuyendo a que nuestros hijos acaben siendo personas infelices, inseguras, perdidas y dependientes.
La solución es muy sencilla: debemos preocuparnos y controlar mucho menos, concederles más libertad: deben ser ellos, tienen que expresarse, jugar, pensar por sí mismos.
Hasta esa edad, los peques sonríen y juegan más; a partir de entonces, comienzan a percibir las dificultades que la vida presenta y su sonrisa va siendo menos habitual.
Según un estudio, entre los 5 y los 8 años, un 16% de los niños encuestados decían ser infelices, mientras que este porcentaje ascendía a un 23% entre los pre adolescentes.
Un dato normal para los psicólogos que apuntan que cuanto más crecen, más retos se encuentran y parte de esos retos tienen mucho que ver con la socialización con otros niños en la escuela, lo que no resulta nada fácil.
Según el estudio, las causas que más infelicidad provocan en los niños son:
1- El poco tiempo que los padres pasan con ellos: son lo más importante que tienen y el poder pasar tiempo de calidad con ellos les hace muy felices.
2- La falta de tiempo para jugar: el juego es positivo a nivel psicológico, físico, cognitivo y emocional.
El llamado juego libre, es decir, en el que el niño tiene que inventar un juego con lo que tiene a su alrededor, sin que nadie le condicione ni le dirija, sin normas preestablecidas, es el que más beneficios aporta al niño, ya que a través de él aprende a solucionar conflictos y desarrolla su imaginación e ingenio para la resolución de problemas.
3. Los castigos por su mal comportamiento: a veces son inevitables, pero de vez en cuando puedes probar a que el niño reflexione sobre ello y darle un voto de confianza.
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