Las dos palabras claves son: serotonina y triptófano. La primera es un neurotransmisor, la segunda un aminoácido. Y de ambas depende cómo te sientes: triste, alegre, negativo, ansioso, agresivo…
Para que lo entiendas, los niveles de serotonina y triptófano aumentan si potenciamos el consumo de alimentos ricos en vitamina B, C, magnesio, triptófano y Omega 3. Para poder producir serotonina, el sistema nervioso necesita glucosa y triptófano. Si no los tiene nuestro organismo se siente mal, nervioso y débil.
Pero nuestro cuerpo no puede producir por si solo triptófano. Debemos tomarlo a través de los alimentos, concretamente cuando ingerimos proteínas. Una vez ingerido, el organismo lo transforma en serotonina, llamada la “hormona de la felicidad” que se encargada de controlar nuestro estado de ánimo, el sueño, el apetito sexual, el dolor.
Hay alimentos que frenan la producción de serotonina y dopamina, por ello nos perjudican anímicamente. Además, estos alimentos favorecen la aparición de enfermedades cardiovasculares y aceleran el envejecimiento.
Toma nota de lo que debes de evitar:
Alcohol
Cafeína
Edulcorantes artificiales
Bollería industrial
Refrescos
Azúcar y golosinas
Alimentos procesados y fritos
Fast food
Embutidos
Lácteos altos en grasa
Huye de ellos, intenta consumirlos de forma frecuente y te aseguramos que ¡notarás la diferencia!