Pues, ¡espabila!, porque las noches están para dormir como un bebé. Así que concédele una tregua a tus ojeras y despídete de la preocupación. Si crees que mereces esa mejora, lánzate. Eso sí, hazte un favor: no te envalentones como cuando le pediste salir a tu amor platónico y acabaste coleccionando calabazas. Te hace falta planificación y mucha cabeza. ¡Ah!, y esta pequeña guía de consejos para que tu petición no caiga en saco roto.
Quizá eres mujer, realizas la misma tarea que tu compañero y con lo que él cobra de más ya podrías haber renovado tu cocina. Tal vez ejerces labores de jefe de sección, pero ingresas lo mismo que cuando ostentabas un puesto menor. Existen decenas de razones por las que deberías solicitar ese incremento. Simplemente es lo más justo. ¿Hacen falta más motivos?
No existe una receta redonda, como la del cocido de tu madre, pero puedes plantear una estrategia con garantías con las respuestas que obtengas de estas preguntas:
¿Está en números rojos? ¿Prevé contrataciones? Sus intenciones pueden ser buenas, pero si materialmente no puede, no hay tu tía.
Averigua cuándo cierran los presupuestos anuales y haz que se incluya tu petición en estas previsiones.
¿Qué aportas al negocio? ¿Eres imprescindible? Muestra cómo tu trabajo ha influido en el devenir exitoso de la compañía y pon las pruebas sobre la mesa.
Pide un encuentro formal, solicita ese día en el que tu jefe esté menos agobiado. Ensaya frente al espejo y respira antes de soltar esos argumentos de peso. ¡La comunicación no verbal supone el 70 % del trabajo!
Saca el detective que llevas dentro e investiga. Averigua cuál es el sueldo de las personas en tu misma situación. Realismo por encima de todo.
Sé cortés. Agradece ese momento que te dedican, confía en ti mismo y sé sincero. ¿Recuerdas cuando tu abuela te decía: «con la verdad se llega a todos los sitios»? Pues eso.
Sutilidad y prudencia, por favor. Quizá la respuesta de la empresa se demore. Has de saber esperar.
Recuerda que si el aumento no es posible, puedes plantear cambios en tus vacaciones, tus horarios… Otras prebendas que quizá sí te concedan.
Si tus deseos no se hacen realidad, no acudas a las amenazas. ¿Que tienes una oferta de otra empresa? Aprovecha la circunstancia. Plantea la situación con elegancia, sin tensar la cuerda. Si tus jefes valoran tu trabajo, serán conscientes de lo que pueden perder y, si está en sus manos, triunfarás.
¿Que consigues tus pretensiones? ¡Ni se te ocurra hacerlo público! Sé más discreto que esos vecinos que siempre quieren llevar la voz cantante en las juntas. Evitarás las comparaciones y el mal rollo.
Así que, ya sabes, si realmente piensas que mereces ese aumento de sueldo, y lo necesitas, pide lo que es tuyo. ¡Pero reflexiona la estrategia!
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