Hace una buena comparación con nuestra pasión por el cocido, algo que cambiaría si nos lo dan de comer todos los días. En este caso es igual, provocando que los hijos se dejen de interesar y pierda valor.
Por ello, conviene actuar en tres pasos. Para empezar, valorarle ese buen comportamiento pasando más tiempo con él o con algún que otro capricho.
Cuando pase tiempo, deberás hacer lo mismo pero solo si es constante; es decir, si esa tarea la está cumpliendo durante una semana entera, por ejemplo.
Todo ello para que el pequeño lo coja como un hábito sin necesidad de un premio detrás. Eso sí, Rocío Ramos-Paul recomienda que de manera eventual se le reconozca su buen hacer.
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