Es habitual que, tras el sueño reparador, el aliento que sale de tu boca no sea precisamente mente fresca. Pero eso lo soluciona un sencillo cepillado de dientes.
Pero ¿por qué algunas personas padecen de mal aliento o halitosis?
Aunque lo lógico sea creer que es un problema principalmente bucal, la halitosis es una alteración que más allá.
Es cierto que en más del 60% de las ocasiones viene provocado por una mala higiene bucal ya que las bacterias de la cavidad oral y los restos de comida son una mezcla explosiva que genera halitosis.
Pero… ¿y el 40% restante? De él, la mitad de los pacientes sufren halitosis por patologías respiratorias o digestivas. La otra veintena está afectada por falta de ingesta de agua lo que provoca sequedad bucal, estrés y ansiedad, según la Fundación Dental Española.
¿Cómo saber en qué grupo estás?
Acudiendo a un profesional. Es decir, primero al odontólogo que hará un primer diagnóstico del problema y, si este es de su competencia, buscará cómo abordarlo. Lo más probable es que tengamos periodontitis.
Si el origen no es la boca, tendremos que acudir al médico especialista digestivo o al otorrinolaringólogo. Podemos sufrir problemas nasales, como por ejemplo, sinusitis -inflamación de la mucosa que recubre los senos paranasales- y esto es la consecuencia de nuestra halitosis.
También podemos ingerir alimentos que se procesen con dificultad en nuestro estómago, fermenten y esos gases sean la consecuencia de tu mal aliento.
¿Qué genera la halitosis?
Se calcula que puede haber más de 80 causas que llevan a la halitosis, que pueden clasificarse de distintas formas en función de su intensidad, frecuencia, relevancia clínica o la necesidad de tratamiento.
Boca: la mencionada anteriormente periodontitis, la saburra lingual -capa de suciedad blanquecina sobre la lengua-, gingivitis, hiposalivación y/o xerostomía -sequedad de la boca-, caries, abscesos, infecciones, candidiasis -infección por hongos-, piercings linguales; escorbuto -deficiencia de vitamina C-, etc
Aparato respiratorio: rinosinusitis -inflamación de la mucosa de la nariz y los senos paranasales-; respiración bucal -influye en la cantidad y la composición de bacterias en la saliva-; obstrucción nasal por malformaciones o enfermedades; rinorrea -secreción nasal constante-; desviación del tabique nasal; amigdalitis -inflamación de las amígdalas-; bronquitis; neumonías…etc
Sistema digestivo: bacteria Helicobacter pylori, gastritis, úlceras grastroduodenales, enfermedad inflamatoria intestinal, reflujo gastroesofágico, divertículo de Zenker, hernia de hiato…
La alimentación, un factor a tener en cuenta
Hay alimentos relacionados directamente con la halitosis: el ajo, la cebolla, el queso, el huevo cuyos aceites son absorbidos por la sangre que los transporta a los pulmones. De esta forma el olor se emite a través del aliento hasta que se eliminan por completo del cuerpo.
También, durante el proceso de digestión, el olor puede volver por el esófago y emitirse al hablar o respirar. Poco queda de explicar sobre el tabaco y el alcohol
Así podemos evitar la halitosis
Regla número 1: buen cepillado de los dientes, mínimo 3 veces al día, uso de seda dental y limpieza regular de la lengua. Si se completa con el empleo de enjuagues orales o aerosoles, mejor.
Además:
Evitar comidas con exceso de condimentos o los alimentos que provocan mal aliento.
Dejar de fumar.
Evitar el consumo de café y alcohol.
Huir de las dietas esencialmente proteicas e hipocalóricas
Evitar consumir alimentos con mucha grasa. Beber mucha agua. Respirar siempre por la nariz.
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