Entre los asuntos más conflictivos que, por lo general, son motivos de discusión en la pareja, destacan:
El dinero
La familia de uno y de otro
Los celos
La gestión del tiempo libre
La educación de los hijos
El trabajo
Las responsabilidades en las tareas del hogar
Intentar cambiar a la pareja, hacer del «otro» una persona diferente
No ser romántico ni tener detalles
Intentar siempre tener la razón
¿Con cuántos te has identificado? Cuatro, cinco, ¿todos?
No falla, basta con que salte cualquier chispa para «sacar a pasear el muerto«. Y ya la tenemos «montada»
Evitar volver a discutir una y otra vez por lo mismo tiene solución. Aquí tienes unos pequeños consejos para esquivar los roces que siempre ocasiona la convivencia
1. Tu pareja no siempre tiene la culpa de lo que sientes. Reflexiona, párate a pensar y toma conciencia del grado de responsabilidad que te corresponde
2. Siempre existen límites y tú debes aprender a ponerlos.
3. Adopta una actitud asertiva. No seas negativo. Todo tiene solución. Escucha a la otra persona
4. Hay que ser flexible y tolerante. Todos nos equivocamos
5. Debes ser un buen negociador. Unas veces conviene ceder a uno y en otras ocasiones le será más fácil hacerlo al otro
¿Qué hay de cierto? Pues según un estudio del Gottman Institude en 2015 las parejas que discuten tienen una relación más sana y fuerte. Claro está, siempre que la discusión se desarrolle en términos de respeto mutuo, escucha activa y predisposición a buscar un acuerdo. Una discusión en la que uno o ambos miembros se faltan al respeto, solo buscan dominar o llevar la razón, gritan y desprestigian a la persona y tratan de mantener su posición, aún a riesgo de acabar con la relación, no es es el mejor ejemplo.
Lo que recomiendan los expertos, después de una discusión – y con los nervios más calmados- es que la pareja hable de forma pausada de las emociones que se han despertado detrás de la pelea. Lo que hicimos sentir al otro con lo que dijimos, y lo que el otro nos hizo sentir a nosotros.
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