¿Recuerdas tu primer beso? Sí, te metió la lengua hasta la garganta. Un segundo más y tendrían que haberte practicado la respiración asistida. Pero te gustaba tanto ese chico que esa escena vive en tu memoria rodeada de corazones, un violinista y Sergio Dalma cantando Bailar pegados.
Han pasado siglos de aquello y la experiencia te debería haber curtido. Pero, seamos sinceros, sigues igual. Tropezando en la misma piedra una y otra vez, como todo ser humano que se precie. Ya tendrías que haberte doctorado en este terreno, pero aún estás a tiempo. Solo has de eliminar algunos detalles de esa técnica que adoptaste a los quince años y que está más pasada que las hombreras. ¿Quieres aprender a besar por fin?
El beso es parte esencial en las relaciones personales. Desencadena una tormenta hormonal en nuestro organismo.
Un beso activa unos 30 músculos faciales, 17 de ellos relacionados con la lengua, se transfieren 9 miligramos de agua, otros 0,18 de sustancias orgánicas, 0,7 de materias grasas, 0,45 de sales minerales, además de millones de gérmenes, bacterias y microorganismos, y se queman, a lo largo de tres minutos, unas quince calorías.
Como te pares a repasar todos los ingredientes que necesitas para hacer ensaladilla rusa, el desastre será mayúsculo. ¿Crees que resulta posible besar con delicadeza si tu lengua en realidad está diciendo «mayonesa«?
Posar tus dientes sobre sus labios de manera tierna aporta sensualidad a la situación. Ahora bien, ni se te ocurra hincar tu dentadura como si su boca fuera un chuletón de ternera. Se supone que estás demostrándole que te gusta, no que te lo comerías con patatas de manera literal.
Las cobras se permiten una vez. Los pellizcos y las cosquillas, también. Si se vuelve constante, parecerá que en lugar de intentar besarle, estás jugando como si de tu sobrino se tratara. Esas bromitas acabarán por cortarle el rollo. Y no queremos eso, ¿verdad?
Los fluidos son otra parte obligatoria en este acto, por supuesto. Pero el exceso propiciará que aquello parezca un naufragio. No permitas que se ahogue. Si no puede respirar, la magia se disipará. Cuando percibas que tu saliva va a desatarse como un huracán, para un poco.
Suele decirse que mantenerlos abiertos es una señal de falta de sinceridad. Así que, echa el cerrojo, te ayudará a concentrarte y la atracción se multiplicará. La otra persona también mantendrá esta postura, con lo que el momento resultará inolvidable.
La boca no es la única implicada. ¿Qué tal si pruebas a besarle la punta de la nariz? ¿Y a acariciarle el cabello? Seguro que la otra parte se siente encantada de que le tomes la mano con fuerza. Hazlo mientras coges aire justo antes de reiniciar el beso.
No te pases de la raya si tu acompañante no está por la labor. Recuerda: un beso con lengua es cosa de dos. El desenfreno surgirá sin provocarlo.
La espontaneidad es la reina. Así que, déjate llevar. La otra persona hará lo propio y sacaréis un sobresaliente en besos.
También te va a interesar:
Acudir a tu cita con los dientes bien limpitos. Si os conocéis de fiesta y el beso surge después de ingerir la típica empanada de chorizo de madrugada, mala suerte. Eso sí, como os gustáis, os sabrá igual de rico. Antes de entrar en faena, lánzale miradas cómplices y sonríe. Ya en pleno apogeo, inclina la cabeza, susúrrale al oído, acaríciale la cara… Recuerda que los gestos que acompañan son los que convierten a un simple beso en el más especial de su vida. Y si el momento culmina con un abrazo sincero, mejor que mejor.
Sigue estos consejos y estarás preparado para besar como todo un profesional.
© Sociedad Española de Radio Difusión, S.L.U.
© Sociedad Española de Radiodifusión realiza una reserva expresa de las reproducciones y usos de las obras y otras prestaciones accesibles desde este sitio web a medios de lectura mecánica u otros medios que resulten adecuados a tal fin de conformidad con el artículo 67.3 del Real Decreto-ley 24/2021, de 2 de noviembre.