Lavar la vajilla después de una comida no es la actividad favorita de (casi) nadie en el mundo. Sin embargo, forma parte de las tareas cotidianas que hacemos en casa y no podemos estar cambiando los platos cada dos por tres, por lo que hay que cuidarla y conservarla de forma óptima, algo que quizás no estés haciendo actualmente.
Hay multitud de errores que cometemos a la hora de fregar los platos y la cubertería, ya sea a mano o en el lavavajillas. Estos van desde el uso del jabón hasta la cantidad de agua que utilizamos para hacer dicha tarea. ¿Cuál es la mejor forma? Atento a los siguientes fallos:
Aunque pueda parecer lo contrario, no todos los detergentes para la vajilla son recomendados para su limpieza. Debes evitar todas aquellas marcas que contengan en su producto lejía, triclosán u otros antisépticos fuertes, ya que aumentan la probabilidad de que proliferen bacterias tan agresivas que pueden evolucionar hasta convertirse en inmunes a los fármacos.
Tan solo te hace falta un jabón neutro y agua caliente para dejar todo como los chorros del oro. ¡No te arriesgues!
No es necesario usar tanto producto. Echa unas pequeñas gotas e intenta sacar espuma de tu esponja. A menudo, los fabricantes indican en el reverso del envase en qué proporción debes usarlo, así que fíjate la próxima vez.
Si los restos que quedan son tan duros que te es difícil despegarlo, sumerge todos los utensilios en un poco de agua caliente y espera a que se ablanden. Así dañarás tu vajilla lo mínimo posible.
La cantidad de agua que se desperdicia realizando esta tarea doméstica es de lo más alarmante. En vez de aclarar cada elemento bajo el grifo, usa un pequeño barreño lleno de agua y destínalo para este cometido. Además, si usas agua caliente, esta tardará menos tiempo en secarse, por lo que sales ganando por todos los lados.
Si usas el lavavajillas, no realices un lavado previo. El electrodoméstico es precisamente el encargado de enjuagarte todo y no necesita de ayuda alguna. Lo único que debes hacer es vaciar bien el plato una vez termines de usarlo.
Muchas veces, es el propio fregadero el que acumula una cantidad ingente de bacterias aunque no nos demos cuenta. Es importante que lo desinfectes concienzudamente con vinagre y bicarbonato o sal. Lo mismo recomendamos con el lavavajillas.
De esta forma, te aseguras de eliminar cualquier microbio que pueda encontrarse en él. Repite esta acción después de cada lavado.
Aclara tu tabla cada vez que vayas a cortar verdura o cualquier tipo de alimento en ella. Al terminar, tampoco es recomendable pasar la esponja por ella, ya que siempre quedará algún resto si la limpiamos de esta manera. Puedes usar limón y sal para desinfectarla y así asegurarte de que quede bien limpia.
Con respecto a la cubertería, es habitual dejar restos en los dientes de los cuchillos y en las aspas de los tenedores. Debido a su dificultad, deberás poner especial atención en esta tarea.
Tus manos no se salvan de la suciedad. De hecho, puede ser la principal foco de bacterias que puedes transmitir a tu vajilla. Por ello, te recomendamos enjuagártelas con agua templada y jabón antes de ponerte manos a la obra.
Ten en cuenta todos los consejos para prevenir cualquier enfermedad. Además, todos tus utensilios de cocina se deteriorarán lo mínimo si lo haces de este modo. ¡Esperamos que te haya sido útil!
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