Por ejemplo, una oyente le ponía a su hija cuando era pequeña la sintonía de «Pasión de gavilanes» y rápidamente se calmaba, dejaba de llorar y se dormía.
Por otro lado, una atrevida, cuando nació su hija, solía ponerle diversos boleros y podía descansar como un bebé.
Por último, otra señora, cuando estaba embarazada, solía escuchar piezas de Antonio Vivaldi y una vez que su hija nació, lo mismo ocurría cuando quería que durmiese.
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