Nuestra atrevida ha rehecho su vida pero su hija de 16 años no le acepta. Por si fuera poco, se ha quedado embarazada y la adolescente «ni se ha acercado a él». Desde el principio se negó a considerarle un hermano, y todo apunta a que es la manera de castigar a su madre. ¿Qué debería hacer?
Un asunto peliagudo marcado por los celos y como consecuencia de esa educación hacia nuestros hijos e hijas, haciéndoles sentirse el centro del universo. Pero el remedio es muy sencillo: hazle ver que le vas a querer igual y que ese nuevo hermano no viene «a quitarle el sitio».
El atrevido no andaba desencaminado porque, en palabras de Pedro García Aguado, este problema debe tratarse como una cuestión de salud. Deberán sentarse con su hijo y comentarle la facilidad con la que ese «consumo lúdico» puede convertirse en una dependencia hacia las drogas.
¿Quieres escuchar otro? Pincha “Mi hija se cuela en locales siendo menor, ¿debo ser yo quien se lo prohíba?” Pedro García Aguado responde
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