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Sonreír y reírse son cosas diferentes. Según se cumplen los años, uno va sonriendo y riéndose cada vez menos.
Hay que plantearse un ejercicio, que se trata de pensar en la última vez que uno se ha reído a carcajadas de no poder parar. Ayuda a tomar conciencia y ver que, quizás, fue hace demasiado tiempo.
Recordar este tipo de situaciones favorece a desarrollar una carcajada interna de vez en cuando.
Se liberan endorfinas, se siente más el bienestar, también se produce un analgésico natural que quita los dolores corporales. Además, baja el cortisol, es decir la hormona del estrés y disminuye los pensamientos negativos, entre otras muchas cosas.
La gente que sonríe es más atractiva para el resto de personas.
No te pierdas los consejos de Marian Frías (29.01.2019) cada semana en Atrévete.
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