Que las relaciones humanas han cambiado desde que Internet se instaló en nuestras vidas es un hecho. El móvil se ha convertido en nuestro mejor amigo, en un elemento indispensable en nuestras vidas… nuevas aplicaciones han llegado hasta a sustituir las conversaciones telefónicas por chats inmediatos que podemos mantener al mismo tiempo con un número indeterminado de personas.
La tecnología no ha cambiado solo al hombre sociológicamente. Ha abierto un abanico infinito de posibilidades para aquellos que andan a la búsqueda de la media naranja que complete su otra mitad.
Paradógicamente, frente a este nuevo universo en las relaciones amorosas, surge un neófito grupo social que -ayudados por Internet- priorizan lo virtual frente a lo real. No buscan la pareja perfecta, de hecho, no la quieren. Buscan satisfacción personal y para eso se convierten en autosuficientes.
Son los solosexuales, personas que evitan estar en pareja con otras personas, ya que piensan que las relaciones traen más disgustos que alegrías.
Ambos géneros practican esta nueva tendencia, aunque es verdad que los hombres hacen más bandera de ello que las mujeres, que suelen ser más discretas.
“Me gusta cómo la tecnología hizo más fácil encontrar una comunidad de gente, como uno, que puede reconocer tu identidad sexual, tengas la identidad que tengas”, asegura una joven solosexual.
Lo que lleva a cada uno a abrazar esa filosofía es muy diverso: complejos físicos, falta de tiempo, timidez, introspección, depresión, frustración, miedo a no estar a la altura, al compromiso, al contagio e, incluso, motivos económicos.
Descubrir que uno puede proporcionarse placer, satisfactorio, renunciando a la dimensión social del sexo puede convertirse también en una adicción, en una práctica obsesiva.
