Primero los piojos, que parece que tus pequeños están abonados, como tú cuando vas en tren: siempre te toca butaca de pasillo. Después, el otro clásico del verano: la otitis. Debes reconocer que en este tema no posees el mismo nivel de conocimientos que en lo que se refiere a la digestión.
Han sido muchos años de advertencias de tu madre: «no te metas en el mar nada más comer», te repetía. Sabes que para este menester debías esperar un par de horas, pero ¿para prevenir la otitis? ¿Qué tienes que hacer para alejar ese malestar infernal de tus pequeños? Te damos las claves a continuación.
Antes de nada, debes saber que la piel que protege el oído experimenta alteraciones como consecuencia de los cambios de temperatura. La capa grasa que la envuelve se desvanece, dejándolo desprotegido. Recuerda que en estos meses los menores entran y salen de la piscina con mayor asiduidad que con la que tú te pintas las uñas. Por tanto, existen más opciones de que la infección se salga con la suya en esta estación del año.
Y si quieres datos, también te los damos. El 84 % de las infecciones son de carácter externo. Se contraen en piscinas, ríos y playas. El aire acondicionado tampoco es una buena compañía para tu pequeño.
Hazlo después de cada baño. Y si no paran quietos, corre detrás de ellos. Mira, así haces un poco de ejercicio. Este gesto te lleva unos segundos. ¡Es el menor de los males!
Es preferible que cambiéis de plan y que ese día no se bañen. El parque también es divertido, oye. El agua sucia es un foco de infecciones, sí o sí.
Esto mismo te decía tu madre… y como el que oye llover. Ahora comprobarás lo que cansa repetir esta advertencia. Pero tienes que hacerlo por su bien. Prepárate para soportar una bonita afonía.
Es el método más efectivo, ya que así no se introducirá el agua en los oídos. Este sistema te vale para cuando, como decíamos, ya hayas perdido la voz.
Pasar de cero a todo o viceversa en un segundo nunca es una buena opción. Tampoco, en el caso que nos ocupa. Repetimos: cuidado con el aire acondicionado.