La línea que separa un verano de ensueño de uno ruinoso es más fina que el papel de fumar. Y no, esta vez no hablamos del aquel agosto en el que te escayolaron las dos piernas el primer día que pisaste el mar. Ahora los protagonistas son tus hijos. Se supone que las vacaciones son para que estén todo el día en la calle, como tú a su edad, que solo pisabas tu casa para pedir el bocadillo. Pero al final, cuando no es por una cosa, es por otra.
Primero los piojos, que parece que tus pequeños están abonados, como tú cuando vas en tren: siempre te toca butaca de pasillo. Después, el otro clásico del verano: la otitis. Debes reconocer que en este tema no posees el mismo nivel de conocimientos que en lo que se refiere a la digestión.
Han sido muchos años de advertencias de tu madre: «no te metas en el mar nada más comer», te repetía. Sabes que para este menester debías esperar un par de horas, pero ¿para prevenir la otitis? ¿Qué tienes que hacer para alejar ese malestar infernal de tus pequeños? Te damos las claves a continuación.
Antes de nada, debes saber que la piel que protege el oído experimenta alteraciones como consecuencia de los cambios de temperatura. La capa grasa que la envuelve se desvanece, dejándolo desprotegido. Recuerda que en estos meses los menores entran y salen de la piscina con mayor asiduidad que con la que tú te pintas las uñas. Por tanto, existen más opciones de que la infección se salga con la suya en esta estación del año.
Y si quieres datos, también te los damos. El 84 % de las infecciones son de carácter externo. Se contraen en piscinas, ríos y playas. El aire acondicionado tampoco es una buena compañía para tu pequeño.
Por otro lado, los expertos aseguran que la mayoría de las infecciones no deberían haberse producido. Es decir, que tomando unas sencillas medidas de prevención podrás evitar el disgusto a tus pequeños. Por no hablar de lo que tú te ahorras en helados, porque cada vez que están convalecientes te chantajean con lo mismo. Ya tienen ensayada esa carita de pena…
Hazlo después de cada baño. Y si no paran quietos, corre detrás de ellos. Mira, así haces un poco de ejercicio. Este gesto te lleva unos segundos. ¡Es el menor de los males!
Es preferible que cambiéis de plan y que ese día no se bañen. El parque también es divertido, oye. El agua sucia es un foco de infecciones, sí o sí.
Esto mismo te decía tu madre… y como el que oye llover. Ahora comprobarás lo que cansa repetir esta advertencia. Pero tienes que hacerlo por su bien. Prepárate para soportar una bonita afonía.
Es el método más efectivo, ya que así no se introducirá el agua en los oídos. Este sistema te vale para cuando, como decíamos, ya hayas perdido la voz.
Pasar de cero a todo o viceversa en un segundo nunca es una buena opción. Tampoco, en el caso que nos ocupa. Repetimos: cuidado con el aire acondicionado.
Con estas medidas evitarás un disgusto. De igual forma, si tus pequeños se quejan acude al médico. Acuérdate de lo dolorosa que era la dichosa otitis. ¡No permitas que pasen por lo mismo!
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