Es habitual, en estos casos, encontrarnos con padres asustados o amigos que se lo toman a risa. Dos reacciones contraproducentes si lo que queremos es evitar que sigan usándolos.
Según Rocío, los niños suelen emplear los tacos por dos motivos: por enfado o por sentir que son graciosos.
En el primer caso, conviene que los padres dejen claro que las palabrotas no son la solución, que «te puedes enfadar pero sin hacer daño al otro expresando tu enfado».
Pero sobre todo, hay algo fundamental, y es que seguimos siendo sus referentes. Por ello, no hay mejor ‘vacuna‘ que nosotros mismos evitando decirlas. Si lo hacemos así y además pasamos de largo estas situaciones, les haremos ver que «decir tacos no servirá para nada».
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