Una correcta alimentación e higiene del sueño favorece la rápida adaptación al cambio estacional. Esta madrugada, como manda la tradición hemos dormido una hora menos. A las dos de la madrugada, nuestros relojes se han adelantado una hora: las dos se han convertido en las tres… y, para muchos, empieza un periodo de adecuación que no siempre es fácil.
Problemas de insomnio, fatiga, dificultad de concentración, cansancio diurno o malestar general son algunos de los síntomas que sufre una parte de la población con motivo del cambio horario, que nos sitúa en la franja veraniega hasta el próximo octubre. Esta medida, que se remonta a los años 70, pretende un ahorro energético. Según el Instituto para la Diversificacion y Ahorro de la Energía (IDAE), teóricamente el cambio horario supone un ahorro de 300 millones de euros en España por el descenso del consumo de energía.
Pero al mismo tiempo, este reajuste crono-biológico tiene cierto impacto en nuestro organismo y provoca problemas gastrointestinales, emocionales o de sueño, que podríamos suavizar con algunas modificaciones en nuestros hábitos. Los expertos del servicio de asesoramiento nutricional en farmacias del Grupo NC Salud, Super Premium Diet, señalan que una alimentación adecuada también puede contribuir a evitar este tipo de desórdenes. Por ello, ofrece una serie de recomendaciones alimentarias y rutinarias para que nuestro organismo se adapte rápidamente al nuevo horario de verano.
Consejos para sobrellevar mejor el cambio de hora:
– Fórmula Vitamina C + Magnesio. Durante los días siguientes al cambio horario es recomendable consumir alimentos de dos tipos. Por la mañana, kiwis, naranjas y fresas, con alto contenido en vitamina C que nos reactiva y mantiene despiertos. Por la tarde, plátanos, nueces y almendras, ricos en magnesio, que actúa como relajante natural y nos prepara para el sueño.
– Alimentos ricos en triptófano. Legumbres, frutos secos y avena son los mejores aliados para mejorar nuestro estado anímico, gracias a su alto contenido en triptófano. Este aminoácido aumenta los niveles de serotonina (responsable de nuestro bienestar emocional) y melatonina (hormona que regula nuestro sueño de forma natural).
– Mantener el mismo horario de la cena. Aunque no tengamos hambre, porque estaremos cenando una hora antes de lo que estábamos acostumbrados durante los últimos meses, los expertos recomiendan que cenemos a la misma hora de siempre. Para descansar mejor nos ayudará una cena ligera, con frutas y verduras como protagonistas. De la misma forma, debemos consumir menos alimentos grasos, curados, procesados o fritos en la última comida del día porque pueden provocar ardores y problemas de digestión nocturnos, agravados si no esperamos al menos dos horas antes de ir a dormir.
– Evitar la siesta. Cuando el cambio horario provoca alteraciones del sueño, la recomendación es evitar siestas prolongadas (nunca más de media hora) durante los primeros días. De esta forma evitaremos el descontrol del organismo y el cansancio provocado por la falta del sueño reparador de la noche.
“Con estas recomendaciones, que van orientadas a establecer unos hábitos horarios de alimentación y descanso, lograremos equilibrar la rutina del organismo ante alteraciones externas. También nos permite educar a nuestro sistema digestivo, que aprenderá a demandar nutrientes de forma equitativa y coordinada”, explica Carlos Fernández, Director Médico de Grupo NC Salud. Y añade: “Debemos acostarnos, además, en un estado de relajación mental que nos permita descansar adecuadamente, para lo que pueden ayudarnos las infusiones o los suplementos alimenticios naturales”.
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