No tiene por qué ser así. Incluso si te lo montas de turismo gastronómico. Aquí tienes unos cuantos trucos para no engordar en vacaciones y volver con el trasero como un cojín. Toma nota.
Una de las ventajas de las vacaciones es no tener que cocinar. Seguro que adoras al señor que se encarga del buffet libre. Hay de todo. Un sinfín de alimentos, colores, aromas… y los postres. ¿Quién puede resistirse a semejante tentación?
No te vuelvas loco, aunque no lo creas, es posible sobrevivir al síndrome del buffet libre. Solo hay que seguir unos cuantos consejos para no engordar en vacaciones.
Amanece. Casi sin saber cómo, te encuentras delante de una mesa con magdalenas, cruasanes, churros, pastelitos, fruta, huevos revueltos, beicon, zumos, café, tostadas… A ver, ¿dónde te vas a meter todo eso?
Para no comenzar el día añadiendo kilos a la báscula, usa el sentido común. Todo está muy rico, pero tienes muchos días para probarlo. Sírvete café o té. Acompáñalo de un zumito de fruta natural, que para eso eres muy sano. Elige una de las tentaciones que tienes delante y siéntate a disfrutar del desayuno.
Si sigues este consejo, lo más probable es que, cuando acabes, estés saciado y no sientas gula. Si aun así te queda algo de hueco, elige algo más. Mañana será otro día.
Da igual si te has hecho una escalada, subido al plátano flotante o recorrido la ciudad. Llega la hora de la cervecita y una buena tapa. Pero una, no el mostrador entero.
Piensa que habrá un mañana y las tapas seguirán ahí. Disfruta hoy la que más te entre por el ojo. Recuerda que picotear es una de las primeras bombas que reventará tu tipín.
Nadie puede resistirse a una paella. No te sacrifiques, pero no te la acabes tú solo. Lo bueno si breve, dos veces bueno. Además, hay que dejar hueco para el postre.
Paella, fabada, cocido, incluso esos mariscos tan ricos y ese pescaíto frito tan delicioso. Da igual lo que hayas almorzado. Guarda la curva de tu barriga de los demonios de la repostería. Sé que esto es muy difícil. Pero también llegará la tarde con los helados, los cócteles, el dulcecito con el café, los pistachos… ¡Cuidado!
Elige un postre coqueto, que te entre por los ojos, esté bueno y no pese dos kilos. ¿Ves? De nuevo, mañana será otro día.
Seguro, seguro, que antes de la cena ya ha caído algún que otro antojito. No digo más, por no hacer sangre. Ya lo dice el refranero popular: de grandes cenas están las sepulturas llenas. Hombre, no es plan de aguarte las vacaciones, pero llega el momento de los recortes.
Mi último consejo para no engordar durante las vacaciones es que, también en la última comida del día, mantengas la cabeza fría. Comer responsablemente no está reñido con platos apetitosos e inolvidables. Cena ligero y disfruta de la noche, que para eso es joven.
Con estos consejos, tus vacaciones no serán un atentado contra tu báscula. Disfruta de tus vacaciones y de la comida con conciencia.
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