Los admiradores, o fans, suelen ser personas cándidas y devotas que idolatran a algún cantante, deportista, actor o incluso político. En realidad, hay gente para todo y, a la hora de la verdad, está la otra cara de los entusiastas, esa faceta un poco obsesiva, de los que madrugan más que nadie para estar en primera fila de los conciertos y esperan horas para ver a sus ídolos, pedirles autógrafos y hacerles fotos.
Seguramente, tú también has sido un fanático en alguna etapa de tu vida, pero te descolocan términos anglosajones, como el de fenómeno fandom, que se utiliza para referirse a las hordas de seguidores acérrimos de algunas estrellas de la música.
Para ayudarte a navegar en la tipología de los fanáticos, hacemos un repaso de los perfiles más habituales que puedes encontrarte, desde los más cuerdos y reflexivos, a otros que parecen estar como las maracas de Machín.
Sigue a su ídolo en las redes sociales y le lanza peluches en los conciertos. Conoce hasta el último detalle de su artista preferido.
Conoce el nombre de su primer amor, de su comida preferida y de lo que le ocurrió aquella vez en la que se quedó encerrado en el ascensor con su vecina. Podría ser su biógrafo. ¡Se sabe hasta qué pie calza!
Llueva, truene o relampaguee, no importa que amenace un huracán. Allí está él, el primero de la cola una semana antes de que se celebre el concierto. No aguanta ni un minuto de espera en la consulta del podólogo, pero se pasaría un lustro en esa fila cantando los temas de su ídolo. ¿Te reconoces en este perfil?
Guarda todo tipo de objetos de recuerdo sobre su ídolo, desde una entrada de concierto, a la carátula de un disco. Si tú encajas en esta descripción, seguro que tienes mucho espacio de almacenamiento para todo lo que vas recolectando.
No sabemos cómo se las arregla, pero siempre aparece pegado a su artista favorito, como una lapa, en todas sus apariciones públicas. Si este es tu perfil, seguro que le has pedido tantas veces su autógrafo que podrías falsificarlo de memoria. ¡No te vas ni con agua caliente!
Sus canciones te han ayudado a superar una ruptura. Después, te permitieron hacerle la peineta a la depresión. Su voz ha sido tu medicina. Sí, amigo, la música es terapéutica, de eso no hay duda. Ese tatuaje con su nombre está más que justificado.
No hablamos de chillar como un poseso a su paso, sino de esos fanáticos que han llegado a amenazar y a agredir a sus ídolos. Afortunadamente, tú tienes dos dedos de frente.
El que la sigue, la consigue. Esta última clase de seguidor se considera una especie más extraña que los unicornios. Prolifera menos que esos individuos a los que no les gusta el chocolate. Pero alguno existe. Incondicional de un cantante que no se pierde ni una de sus actuaciones, lleva tatuado su nombre en el pecho y ha forrado su habitación con las portadas de sus discos.
En uno de sus conciertos, mientras el protagonista interpreta su tema estrella, salta la chispa desde la primera fila. El admirador lanza otra de sus embobadas miradas mientras el tiempo se detiene para el artista. Se desata un chorro de pasión que termina en el altar.
Y tú, ¿eres de esos admiradores cuyo sueño es casarse con su cantante preferido? ¡Pues ponte a la cola!
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