La piel de naranja te demuestra más fidelidad que tu mejor amiga. Ahora bien, esa clase de lealtad no se la deseas ni a tu peor enemigo. La superficie de tus nalgas intenta homenajear a un terreno adornado por surcos. Y esa apariencia te ha acompañado más años que tu pareja de toda la vida. Eres consciente de este panorama de la misma forma que sabes que el día está compuesto por veinticuatro horas y que el caviar es más caro que el salami.
Pero ¿sabías que existen diversos tipos de celulitis? Exacto, tu piel rebelde no se conforma con fastidiarte la vida, sino que lo hace de varias maneras. Tiene más recursos que tu tía, que con un pollo te prepara una comida diferente para cada día de la semana. ¡Y no te quedas con hambre!
Probablemente aún no conoces la identidad de tu celulitis. Hay tres apellidos para la fachada de tus piernas. Encontrar el que les corresponde no solo te ayudará a denominarla, sino a ponerle remedio. Tal vez no se esfume del todo y deje una estela, como Antonio Orozco en cada ciudad donde actúa. Claro que, mientras la huella de Antonio es positiva, la de tu piel de naranja te hace la misma gracia que la presencia de sus primas, las estrías, en tus caderas.
Lo primero que debes saber es que la celulitis es una grasa blanca, aquella que acumula energía que no gastas. Resulta indispensable para la supervivencia del ser humano. Eso sí, también es la culpable de que crezcan tus michelines y tu piel se arrugue como si alguien hubiera intentado colgar un cuadro en tus pantorrillas sin atinar con la punta. Resumiendo, la piel de naranja es lo malo de la grasa blanca. Y, en este caso, debes adherirte a aquello que cantan Aitana y Ana Guerra, «pa fuera lo malo»…
Cada apellido posee su tratamiento. Descubre cuál de estos tres tipos es el tuyo y ¡a trabajar!
Glúteos y muslos son sus víctimas. No tiene piedad. Tensa la piel de tal forma que su superficie se presenta rígida al tacto. Incluso puede dolerte levemente. Se da en mujeres jóvenes y se aleja de los estereotipos. Y es que, mientras la celulitis se asocia a la obesidad, la dura se presenta también en personas que se ejercitan.
La mala nutrición también es una causa de esta piel a la que le falta oxigenación. La cavitación, un tratamiento no invasivo que destruye esos hoyuelos con ultrasonidos de baja frecuencia, es tu solución. ¡Ah!, las cremas anticelulíticas son bienvenidas.
¿Tienes más de 35 años? ¿Tu enemiga se aposenta en la tripa y en los brazos? ¿Su aspecto es flácido y gelatinoso? Lo tuyo es celulitis blanda. En este caso, te interesan las cremas reafirmantes. Pero para ganar la guerra deberías someterte a métodos como la liposucción. Para que lo entiendas: una aspiradora absorberá el mal de cada zona.
La intralipoterapia es otra opción. Mediante esta técnica, la grasa se transforma en líquido y tu cuerpo se encarga de eliminarla sin problema gracias a una inyección de sustancias que la disuelven.
Es la menos frecuente. Mujeres de entre veinte y cuarenta años pueden padecerla. La diferencia con las otras dos es que retiene líquidos. Resulta vital tratarla y, para ello, debemos recurrir al drenaje linfático. Tampoco pases por alto recomendaciones válidas para los dos casos anteriores: dieta mediterránea, dormir ocho horas diarias y algo de ejercicio.
Ahora que ya sabes la identidad de tu dichosa celulitis, no hay por qué esperar para combatirla. ¡Manos a la obra!
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