¿A quién no le ha pasado? Hombres y mujeres tenemos distintas formas de ver la vida y no nos entendemos demasiado bien en según qué situaciones. Haces algo con el presunto consentimiento de tu pareja y todo termina en una discusión que no llegas a entender del todo. Pues bien, lo primero que deberías saber es que discutir con tu pareja engorda y lo segundo que hay técnicas y trucos que te permitirán reconducir la situación hacia una reconciliación de lo más romántica.
Antes de entrar en materia, has de recordar que una bronca a tiempo es casi mejor que ir al gimnasio. Ahora bien, si tú has provocado el desencuentro debes saber que puedes salir del paso poniendo en práctica las siguientes tácticas:
– Amóldate al tipo de discusión. A ver, si llegas a las seis de la mañana apestando a alcohol y con evidentes señales de haber sido infiel no te va a librar ni la caridad, pero si se trata de una discusión por otro motivo, ten presente que lo que busca tu pareja es captar tu energía. Este concepto puede parecer muy de ciencia ficción, pero no lo es tanto.
Más claro: un «tienes razón, soy idiota» dejará a la otra parte sin demasiados recursos para seguir intentando ganar el debate.
– Debes buscar la fórmula para llegar a un acuerdo. No dudes en escuchar todo lo que te tengan que decir con paciencia, deja que la otra persona se desahogue y que te eche en cara todo lo que sea necesario. Pregunta qué puedes hacer para evitar esta situación en el futuro y apuesta siempre por la tranquilidad.
– No saques NUNCA cosas del pasado o discusiones anteriores a relucir. Lo pasado, pasado está. Céntrate en el tema que estáis comentando para evitar echarle más leña al fuego.
– Acuérdate de Joaquín Sabina. En una de sus canciones decía «y cada vez más tú, y cada vez más yo y menos de nosotros».
Estás en pareja con esa persona porque la quieres, no intentes imponer nada y reconoce que la bronca te la has ganado a pulso. En caso contrario, demuestra con hechos que la situación no es como te la están pintando, pero siempre con cordialidad y sin faltas de respeto.
En algunas ocasiones, todo lo anterior se puede evitar si te paras un poco a pensar en por qué tienes ganas de discutir con tu pareja o en por qué le vas a montar un espectáculo. Antes de hacerlo revisa los siguientes puntos:
– ¿Por qué tu cabreo? Es tu pareja, pero no tu propiedad. Es decir, esa persona ha decidido estar contigo porque le gustas, pero no tiene por qué ceñirse a tus exigencias o a tu forma de interpretar el mundo.
– ¿De veras te merece la pena discutir? Suele suceder que las movidas en el trabajo o con la familia las termina pagando tu pareja. ¿Por qué vas a crear una situación tensa si todo en esta vida tiene solución? ¿Te ha ofendido o no le aguantas más? Corta con la relación. ¿Pensándolo bien no es para tanto? Pues comenta lo que sea necesario con tacto y suavidad.
Recuerda que discutir acorta la vida y que lo que puede parecer una tontería puede terminar con una relación. Intenta encontrar diversas maneras para no discutir, pero siempre usando el buen rollo y una actitud mucho más receptiva. Seguro que tu vida sentimental cambiará para siempre.
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