Tener unas uñas de película nunca ha sido tu fuerte. Para empezar, te las muerdes. Además, pareces sufrir el síndrome de Estocolmo con las cutículas. Tienes más piel en esa zona de los dedos que la que hay en cualquier otra parte de todo tu cuerpo. ¿Seguimos? A ver, el problema de esas uñas desastrosas que ¿luces? no solo reside en los sospechosos cuidados a los que las sometes. Otros hábitos estarían arruinando tu posibilidad de ganarte la vida como modelo de manos. Especialmente, uno.
Existen varios motivos que explicarían el estado de esas uñas quebradizas y dañadas. El primero está claro: ¡te quitas el esmalte con tus propias uñas! Eso sí que es tirar piedras contra tu propio tejado. Otra de tus manías es lavar los platos sin guantes de goma. Sobran las explicaciones.
Por no hablar del apego que tienes a tu teclado del ordenador (un minuto de silencio para esas sufridas teclas hacia las que diriges tus embestidas). Lo que es más extraño es cómo sigues teniendo uñas. Te empeñas en abrir la cinta americana con ellas y en quitar la etiqueta de papel del champú con la del pulgar, la única que no te has mordido.
Tu dispositivo ha partido más uñas que tu madre naranjas para hacerte zumos en tu infancia. A todo esto hay que añadir las interminables horas que se pasan tus dedos deslizándose por su pantalla, soportando calor y atrayendo polvo a raudales. Echando un vistazo a este panorama, estarás comprobando que tus pobres uñas están sometidas a más presión que una estrella de cine.
Y llegados a este punto, ¿esto tiene solución? Resulta bastante evidente, ¿no? Córtate un poco con el móvil y fomenta las relaciones de verdad. ¿No dicen que han vuelto los 90? Pues parece que solo deben haberlo hecho en lo que respecta a la moda.
Eso sí, has de saber que puede haber otras causas más serias que expliquen tus uñas quebradizas. Por ejemplo, la deficiencia de hierro o una enfermedad de la tiroides. Por eso, es importante que te tomes en serio estos síntomas y lo consultes con tu médico si observas que persisten.
Ahora que ya has descubierto al posible culpable de tus uñas dañadas, ¿te sigue apeteciendo contestar a tus grupos de WhatsApp, o los silenciarás a todos? Mejor no respondas.
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