Hoy hablamos sobre las grasas en los bollos.
Es normal que al ver un bollo recubierto de chocolate entren las ganas de comerlo al minuto. Se trata de un reto de inteligencia y voluntad el no hacerlo.
Pero hay que ser conscientes que el placer viene de lo prohibido. La culpa de esto la tienen las grasas saturadas y transaturadas presentes en el dulce.
Estas grasas de las que estamos hablando potencian el sabor y ese instinto animal que le sale al ser humano a la hora de comerlo. La apariencia del dulce en sí mejora para los ojos de cada persona.
Obviamente, las empresas saben lo que están haciendo. Hay que tener cuidado con el abuso de consumo de este tipo de productos.
Están en ello. Por ejemplo, se trata de crear falsas grasas, un mejor perfil nutricional pero que tengan esa apariencia, una constitución que mantenga la textura y así disminuya el contenido de grasa total.
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