¿Y qué hay de esa sensación de que te precipitas por un agujero negro? Ya sabes, cuando te despiertas antes de darte el batacazo y botas igual que en un castillo hinchable de la feria de tu pueblo. Da igual que los muelles de tu cama funcionen peor que tu impresora, te elevarás con la misma potencia que el campeón del mundo de salto con pértiga.
Este espasmo es tan universal que, según los expertos, se apodera del cuerpo del 95 % de la población en algún momento de su vida. ¿En algún momento? iSi a ti te ocurre semana sí, semana no! En este caso, formas parte del 70 % al que esta sacudida hípnica, como así se denomina, le sorprende de manera habitual.
Serás único en muchas cosas, pero no en esto. Esta condición benigna suele manifestarse en ese intervalo en el que pasas de quedarte traspuesto a dormir como un tronco. Justo antes de que ese hilo de baba recorra la comisura de tus labios. Esta contracción muscular propicia que tus extremidades se tambaleen, pareciendo que vas a caerte de la cama. Sí, amigo, así es como tú mismo te fastidias la siesta.
Cuando estiramos nuestro cuerpo para mitigar esa caída (como si así fuéramos a evitar ese escandaloso tortazo virtual) nuestra respiración toma más velocidad que Marc Márquez en una curva. El ritmo cardiaco también sobrepasa el nivel, y es ese estado el culpable de nuestro espasmo.
Si tienes complejo de búho y duermes menos que unos recién casados en su noche de bodas, eres propenso a experimentar este fenómeno. También, si estás más estresado que antes de examinarte en la selectividad. Cuando tu cerebro parece marchar a la misma velocidad que la luz, no descansará. Permanecerá alerta durante todo el sueño y se alterará cada vez que perciba un movimiento involuntario.
Vaya por delante que no se trata de nada grave. Lo serio es no descansar demasiado y el agobio continuo. No suena nada saludable, ¿verdad? El caso es que puedes evitar estos sustos sobre las sábanas modificando algunos hábitos. Es buen momento para dejar esa costumbre de irte a la cama al terminar de cenar, ¿no crees? Prepárate las alitas de pollo al menos dos horas antes de cerrar los ojos.
No olvides evadirte viendo la última película de Álex de la Iglesia o leyendo la segunda parte del Quijote. Da una vuelta con tu perro, escucha tu música preferida, publica tu foto del día en tu cuenta de Instagram… Utiliza la treta que quieras, pero engaña a la mente. Entretenerla para dejar de pensar en esas cosas que te preocupan resulta fundamental en el cumplimiento de este reto. Quizá te cueste al principio. Una vez metido en harina, será coser y cantar.
Ahora que ya sabes por qué tienes la sensación de caerte por un precipicio cuando empiezas a dormir, soluciónalo. ¿El remedio? Menos estrés y más horas de sueño. Saldrás ganando.
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