En pareja, los únicos secretos que funcionan son los compartidos por ambos. Los que incluyen un guiño cómplice y una sonrisa picarona y llena de promesas. ¿Verdad? El resto de los secretos… ¡uf, mala cosa!
Muchas parejas acaban mal precisamente porque una o las dos partes mantienen secretos sobre asuntos que, de descubrirse, acabarían rompiendo todo lo bueno. Ey, atiende a una cosa: siempre acaban por salir a la luz y atufándolo todo. ¿Y qué pasa entonces? ¡Que adiós!
Cualquier cosa puede ser un secreto, porque muchas veces importa más la intención que el hecho en sí mismo. A lo mejor, ocultar que siempre robas el último trozo de chocolate puede no tener importancia, pero hacerlo con mala intención y sabiendo que molestas… ¡muy mal!
Las mentiras piadosas o los secretos que guardamos por el bien de nuestra pareja podrían ser hasta positivos, pero hay temas que son muy peligrosos. Vamos a verlos.
¿Hace falta añadir más? Independientemente del tipo de pareja que seáis, la infidelidad duele. Da igual que se trate de una pareja liberal y abierta, porque lo que importa es el engaño, el hacerlo cuando sabes que no debes. Pocas parejas sobreviven a una infidelidad.
No necesitamos dar cuenta de cada gasto diario. Eso es normal y no estar al tanto de todo no puede considerarse ocultación. Lo que no tiene tanta gracia es gastarse el sueldo en el casino, en fiestas o en vicios. Y ocultarlo. Y luego andar apretándose el cinturón.
¿Tienes un vicio? ¿Te has pasado con las compras compulsivas? ¿Mantienes una cuenta bancaria secreta? Mejor que esconderlo, cuéntalo. Quizá haya un problema que debáis afrontar juntos.
Las parejas se ponen mustias y se estropean cuando la incomunicación se asienta. Si no cuentas lo que te hace infeliz, acabará por enquistarse y se convertirá en un factor de ruptura. Dile que no aguantas recoger sus calcetines. Exprésate, confía en la comprensión de la otra parte. Algunas personas no se abren por no herir a sus parejas o porque piensan que el problema se resolverá por sí solo. ¡Mal! Las cosas se resuelven sacándolas a la luz, no guardándolas en secreto.
Los secretos son como un trozo de queso: acaban por pudrirse. Con el tiempo empeoran y se acumulan capas y capas de ocultación. Al final, eso apesta cosa fina. Ahí se acaba la similitud con el queso, porque algunos huelen fatal pero están muy ricos. El secreto no, sabe fatal.
La ocultación indica premeditación. Si te escondes de tu pareja por algo que has hecho o dejado de hacer, puede que no confíes en ella lo suficiente como para contarle las cosas. Y si no confías en tu pareja, ¿para qué tener una relación?
Por otro lado, el escondite también indica que sabes que estás haciendo algo inadecuado, algo dañino. ¿Merece la pena hacerlo entonces? ¿Por qué hacerle daño a nuestra pareja? Volvemos a la pregunta de antes: ¿para qué tener una relación? Eso es lo que nos preguntaremos al enterarnos de lo que ha hecho nuestra pareja. ¡En ese momento nos planteamos si merece la pena seguir adelante!
Los secretos huelen mal, así que abre la ventana. Si quieres que tu pareja sobreviva al paso del tiempo, pórtate bien y si haces algo inconveniente, no lo escondas. La confianza y la comunicación suelen resolver muchísimos problemas. A su vez, procura que tu pareja tenga muy claro que puede confiar en ti a la hora de contarte sus propios deslices.
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