Seguramente hace unos años mirabas a tu madre de reojo cuando se quejaba de sus sartenes pidiendo a gritos que se le regalaran unas cuanto antes. Y tú, sentado en la mesa de la cocina preguntándote que si tenía ocho utensilios de esos, ¿para qué quería más?
Ahora te ves a ti mismo en la sección de menaje del hogar del híper, revisando las sartenes que sean completamente antiadherentes para que no se te peguen ahí los huevos ni las hamburguesas de tofu y pensando: ¿qué ha pasado con mi vida?, ¿en qué momento me convertí en mi madre?
Tú creías que, al igual que ocurre con el sofá de tu piso nuevo, las sartenes duraban años e incluso pasaban de padres a hijos con esa frase típica de: «Cuídalas, hijo mío, llevamos cuatro generaciones utilizando estas sartenes, son magia, aquí hemos comido huevos veintiocho personas distintas».
Pero no es así, las sartenes hay que cambiarlas, y más a menudo de lo que piensas.
Y es que la única magia que tendrán esos cacharros son los de crearnos problemas de salud si no los revisamos de vez en cuando. Existen una serie de componentes químicos que son los que se les añaden a estas sartenes para que nuestra comida no tenga que ser retirada con una espátula. Estos componentes no son malignos en sí, aunque no son beneficiosos como el aceite de oliva para nuestro organismo.
Cuando la sartén ha sido empleada en demasiadas ocasiones, aparte de notar que la comida no queda igual y nos cuesta más trabajo fregar, la sartén está desprendiendo una serie de toxinas que pueden ser muy negativas para nuestro organismo, pero también para el medio ambiente.
Si eres nuevo en esto de las labores del hogar, puedes preguntarle a tu madre si esa sartén está para emplearla una vida más, pero vamos, si llevas varios meses con ella o incluso más de un año y observas que ha perdido facultades, no tengas pena de despedirte de ella.
Aparte, los síntomas en tu salud en caso de que esté desprendiendo el conocido como «fiebre del vapor polímero» te dirán mucho, ya que son tos, sentir presión en el pecho, fuerte dolor de cabeza, fiebre, dificultad para respirar e incluso dolores de garganta. Vamos, que no te trae nada bueno.
Pero si realmente temes no saber detectar aquellos elementos de menaje del hogar que contengan esos elementos químicos, puedes optar por preguntar a un responsable de departamento (los que llevan la chapita con su nombre y visten de uniforme) o directamente irte a la sección de sartenes de hierro fundido, que ya sabes que es de fiar. Estas también se limpian de forma fácil y puedes mantenerte mucho más a salvo de todo esto.
Pero, ahora que estás mirando con ojos críticos a tus sartenes, te tenemos que advertir que ellas no son las únicas culpables de las posibles enfermedades o problemas que se pueden desencadenar en ese aspecto. Y es que utilizamos diariamente productos en nuestra cocina que no son del todo favorables. Nos referimos a las cucharas de madera (es mucho mejor el plástico), los cuchillos, las fiambreras, platos… Pero esto te lo contamos otro día.
¿Estás revisando ya tus sartenes? Ármate de valor y observa lo que tardas en despegar un huevo; si es más de diez minutos, vete a por un juego nuevo, que estrenar te encanta.
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