Utilizar técnicas de relajación, contar tres mil ovejas, meditar, probar con posturas especiales… los métodos para conciliar el sueño son muy diversos y en ocasiones solo funcionan en la teoría. Porque cada persona es un mundo y, muchas veces, las preocupaciones del día a día pesan más que el sueño.
Ya sabes cómo es esto: tienes muchas tareas pendientes, preocupaciones, cosas por hacer y dilemas que resolver. Acabas de ver algo en la tele o en el móvil y tienes la cabeza a pleno rendimiento. ¿Cómo dormirse en esas condiciones? Pues, curiosamente, la solución podría estar en ese mismo runrún que tienes en la cabeza.
Seguro que te ha pasado más de una vez: te acuestas, apagas la luz y te pasas horas dando vueltas pensando y pensando en tareas, proyectos o actividades que no pueden retrasarse más. Entonces empiezas a pensar en que estás pensando y que eso te impide dormir. Luego entras en la fase en la que te enfadas porque si no duermes, mañana no podrás con tu cuerpo. Pasas a ese nivel en el que te pones nervioso por haberte puesto nervioso y, al final, no consigues dormirte hasta las tres de la madrugada.
Ea, noche perdida y el día siguiente tienes cara de zombi y dos ojeras como dos torrijas. Y todo por ese ruido en la cabeza que no te deja dormir. Sin embargo, parece ser que una buena solución sería centrarse en esas tareas pendientes, pero de verdad. Según un estudio llevado a cabo en una prestigiosa universidad, una buena manera de conciliar el sueño podría ser no huir de la lista de pendientes, sino abrazarte a ella como si fuera la almohada más achuchable.
Podría suponerse que pensar en esas tareas en la cama solo lleva al pensamiento circular. Vas pasando de una a otra, preocupándote, mirando el reloj, volviendo a pensarlas, sacándoles detalles, dándoles vueltas y otra vez a empezar. Es un círculo vicioso. Entonces, ¿cómo puede ayudar esto?
El experimento llevado a cabo por los investigadores se planteaba si no sería posible aclarar la mente centrándola en el listado de pendientes. Si antes de cerrar los ojos coges papel y boli y redactas las cosas que tienes que resolver próximamente, lo que haces es meditarlas el tiempo suficiente como para valorarlas, darles cuerpo y plasmarlas en la hoja.
Así quedan fijadas, son como una cita que anotas en la agenda. De esta manera, no se quedan rondando por tu cabeza como ideas incompletas que no acaban de tomar forma. Es en el papel donde la toman: como palabras de tinta que tienen peso y valor por sí mismas.
Escribir las tareas se convierte en una tarea en sí misma y al acabarla cierras ese episodio. Se acabó. Apagas la luz y tratas de dormir, habiéndote liberado de ese rumor interior.
Para valorar esta hipótesis, se monitorizó la actividad cerebral de dos grupos de voluntarios. El primero escribió el listado de pendientes y el segundo redactó una lista de tareas ya cumplidas. ¿El resultado? Los primeros conciliaron el sueño 10 minutos antes que los segundos. No parece casualidad, ¿verdad?
Ya lo sabes, si tienes problemas para dormirte, puedes probar esta sencilla actividad de relajación. No te va a costar absolutamente nada. Además, te permite ordenar las ideas y hacer, de verdad de la buena, una relación de actividades que requieren de tu participación. Hagas caso o no a esa lista, lo cierto es que podría servirte para lo realmente importante: descansar y dormir. Es por tu salud. ¿Te apuntas esta tarea?
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