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Tus recuerdos de bebé se podrían recuperar

Redacción Cadena Dial
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recuerdos bebé
Es más que probable que no recuerdes casi nada de lo que hacías cuando eras un bebé. El deseo de recuperar los recuerdos perdidos quizá haya dejado de ser una quimera para convertirse en una realidad que te dejará con la boca abierta.

Tu cerebro y tus primeros años de vida

Has de saber que tu cerebro no ha dejado de tenderte trampas para que recuerdes lo que a él le dé la real gana. De hecho, en torno al 40 % de las personas miente al comentar qué es lo primero que recuerda de su infancia.

Esta situación, como es lógico, incide directamente tanto en la calidad del recuerdo como en la posibilidad que ofrece de vender una moto que no es la nuestra. O lo que es lo mismo, o contamos un drama digno del siglo XIX o narramos una historia que no se cree ni el que la está explicando.

Datos científicos que invitan al optimismo

Cuando estabas en el útero de tu madre, ya tenías memoria. De hecho, naciste con la capacidad de recordar. Año tras año, tu cerebro se va desarrollando y almacenando nuevos recuerdos que terminan desplazando a los primeros. O lo que es lo mismo, tu disco duro se queda con lo que puede serle útil, pero no con que te gustaba un pipo determinado o dormirte mientras emitían los partidos del Mundial 82.

Sin embargo, varios científicos de la Universidad de Toronto han llevado a cabo un experimento con ratones para comprobar si sería posible recordar todo lo que nos sucedía cuando éramos bebés. A unos pobres ratoncillos recién nacidos le aplicaban una ligera descarga eléctrica cada vez que se acercaban a una caja con comida.

Tras varios meses, se cogió a los mismos ratones para ofrecerles la misma caja con comida. Ninguno de ellos se acercó. Según declaró el sindicato de ratones, «nos acordamos tanto del zurriagazo de cuándo éramos bebés como de toda la familia de los científicos», fin de la cita.

Bromas aparte, lo que parece estar claro es que la memoria humana es mucho más compleja que la de los ratones, pero este experimento abre una posibilidad a tener en cuenta. Lo que no ha quedado demasiado claro es por qué somos capaces de reconocer alguno de nuestros objetos de cuando éramos bebés.

¿No te ha pasado nunca? Vas a casa de tu abuela o rebuscas en un armario en casa de tu madre y encuentras un vestidito, un biberón o un muñeco que identificas como tuyo al momento. Además, como ya te habrán dicho un millón de veces en cada cena de Nochebuena, lo que no te gusta de bebé, tampoco te gusta de adulto.

En el fondo, el cerebro parece seguir haciendo esfuerzos por conectar los recuerdos que tiene con la situación a la que se enfrenta en el presente. Bastante destrozado está ya el pobre como para que se acuerde de cómo empezaste a andar o de cómo te hacía ojitos aquel compañero de guardería del que, por suerte, nunca más supiste nada.

Sea como sea, estamos hechos de recuerdos. Recuperarlos puede ser una perfecta manera de revivir mejores tiempos que nunca volverán. Piénsalo, ¿de verdad te gustaría recordar todo lo que hacías cuando eras un bebé? ¿O quizá prefieres seguir viviendo tu vida actual y mirar hacia el futuro? La disyuntiva es importante. Solo tú tienes la respuesta a tan importantes preguntas para tu felicidad.

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