El ser humano es así, si tenemos la oportunidad de fastidiar a alguien lo hacemos y después ya veremos qué sucede. La pobre Siri está hasta el mismísimo Android de nosotros y sus programadores cada vez hilan más fino. De hecho, no nos extrañaría que algunos guionistas de La que se avecina tuvieran esta ocupación como segunda actividad.
Y es que a Siri le escribes, por ejemplo, «toc, toc» y te responde «no me se chistes de toc, toc». Incluso responde con un «nos acabamos de conocer» a la pregunta «¿te casarías conmigo?». Ahora bien, hay una serie de preguntas que Siri no sabe responder y que provocarán tu carcajada.
Las referentes a sus redes sociales, a su voz, a su cuerpo o su opinión pueden ser motivo de ironía en nivel avanzado. Tampoco es capaz de responder a preguntas sobre su país o a qué ha hecho otro inquilino de tu casa. Es decir, no le preguntes «¿ha venido mi novia con otro chico?» porque lo mismo te responde lo que no quieres escuchar.
Lo más común es que el diálogo se convierta en un diálogo de los hermanos Marx ya que, como comprenderás, Siri solo obedece órdenes muy concretas relacionadas con tu agenda o con tus costumbres al usar tu móvil.
Además, suele quedarse con la última palabra para darle forma a lo que dices y convertirlo en una acción. El famoso chiste de Twitter es un buen ejemplo. «Siri, quiero tirarme por un puente» dice el usuario, «hay 3 puentes cerca de aquí» responde ella solícita.
– ¿Cuál es el sentido de la vida? tiene como respuesta «déjame que escriba una larga obra en la que no pasa nada».
– Cuéntame un chiste y Siri responde «¿Qué le dice un iPhone a otro iPhone?, ya no me acuerdo de más».
– ¿Cuánto es 0 entre 0? es una de sus preguntas favoritas, responde que «imagina que tienes 0 galletas y 0 amigos, ¿cómo las repartes? No tiene sentido, ¿no lo ves?».
Y así sucesivamente. Es en este tipo de situaciones cuando Siri se convierte en esa amiga redicha que le encuentra pegas a todo y que siempre anda buscando, y encontrando, el fallo en el prójimo.
El concepto original de ofrecer una secretaria para todo supuso una innovación muy importante que terminó por ser una excusa para cachondearse de esta invención. La grabación de las preguntas en la nube fue provocando que los programadores le fueran dando esa pincelada de impertinencia para convertirla en una aplicación más humana.
Es decir, es como si tuvieras una secretaria en la vida real, pero con un micrófono para escuchar qué piensa tras tus preguntas. Lo mejor es que hemos pasado de ser bordes y molestos a ser amablemente vapuleados por Siri que, a golpe de chiste y pildorazo, parece conseguir el beneplácito de los usuarios.