Las profesiones del futuro están ya marcando el mercado laboral de forma definitiva. Algunas de ellas todavía están por inventar y otras bien pueden convertirse en el epitafio de las más clásicas y tradicionales. Analizamos estas últimas a continuación.
Una de las que parecen estar a punto de desaparecer es la de matarife. La clásica matanza en la que te ponías las botas en medio del campo ya ni se celebra, ni se permite su celebración. Una pena para tu colesterol.
Los alfareros pasarán en breve a formar parte de tu memoria. El plástico parece haber ganado la partida aunque no creo que tardemos mucho en buscar en Ebay botijos de barro para refrescarnos el gaznate en verano.
Los carboneros tienen un futuro más negro que su mono de trabajo. Algunos románticos se resisten a cerrar su negocio y apuntan que las prohibitivas facturas de la luz podrían ser su tabla de salvación.
Los luthiers tienen claro que resulta más barato comprarse un instrumento nuevo de mala calidad que arreglar uno más antiguo. Los músicos más perfeccionistas son un campo abonado para estos profesionales.
Los carteros tampoco es que tengan un horizonte demasiado prometedor. Al empuje del correo electrónico se le añade un sinfín de opciones para recoger tus paquetes en distintos puntos. Mala suerte para los perros de tu vecindario.
Los maquinistas de tren y de metro ya están empezando a desaparecer en algunas ciudades. Todo está automatizado y se prefiere la frialdad tecnológica al buen hacer de estos profesionales.
Lo mismo ocurre con los bibliotecarios. San Google parece ser el patrón de las dudas. Es posible que pienses que todo está en Internet, pero si buscas un tema muy concreto te darás cuenta de la importancia de preguntarle a un experto en diversas materias que pueda ofrecerte la información que necesitas de forma eficiente.
Los agentes de viaje, aunque no lo parezca, van camino de su desaparición. Cualquiera es capaz de reservar un hotel, un billete de avión y viajar a la ciudad que prefiera. Se pierde el contacto humano, pero se obtiene el mismo resultado por lo que de nuevo gana la partida la inmediatez.
Secretarias, teleoperadores y similares van ya dejando su hueco a contestadores y a la inteligencia artificial. Las máquinas siguen siendo las encargadas de atendernos como si estuviéramos viviendo en una película de ciencia ficción.
Zapateros, limpiadoras, técnicos de reparación de electrodomésticos y todo lo relacionado con el trabajo manual no dejarán de formar parte de los libros de historia. Se prefiere o tirar el producto o apostar por una supuesta modernidad que pone en riesgo el trato humano.
De hecho, tú también prefieres la inmediatez de pedir comida o un producto por Internet antes que ir al restaurante o a la tienda en cuestión. Dentro de unos años, será casi imposible encontrar comercios con personas que te atiendan y que sepan qué es lo que te conviene.
De momento, vamos aguantando el tirón aunque quizá haya llegado el momento de reivindicar algo más la importancia de estos trabajos que han marcado nuestra vida. Poesía aparte, de ti depende la desaparición total de unas profesiones que han logrado crear una etapa en la industria y en la economía de cualquier país del, supuestamente, mundo civilizado.
¿Qué prefieres? ¿Hablar con una persona para que te resuelva un problema o para que te venda algo o hacerlo con una grabadora? De tu respuesta dependerá la desaparición de las profesiones arriba mencionadas.
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