Es adorable cuando sale a recibirte al llegar del trabajo, y cuando te da un toque con la patita para que no te olvides de regalarle un trocito de ese filete empanado. La ternura se multiplica cada vez que te lame cuando estás triste. También, cuando se acurruca contigo en el sofá porque le da miedo la tormenta, y cuando se coloca panza arriba con el objetivo de que le practiques un masaje (espabilado es, desde luego).
Tu perro es encantador, sin duda. Aunque tan solo hemos nombrado aquellos gestos que entiendes. Y es que, para otras de sus costumbres aún no encuentras explicación. Por fin ha llegado el momento de saber por qué tu amigo más fiel ladea la cabeza cuando le hablas. ¿Quién sabe? Quizá cobre sentido la frase que pronuncias cada vez que le defines: «solo le falta hablar».
Según los expertos, tu mascota inclina la cabeza cuando te diriges a ella para que uno de sus oídos quede totalmente expuesto a tus palabras. Es decir, ¡estabas en lo cierto! Tu perro te presta atención, no como tu anterior pareja. A ella le dabas los buenos días… y como el que oye llover. Al parecer, su audición mejora con la entrada de aire, con lo que en esta posición te escucha mejor.
Es cierto que no entiende el significado de cada una de tus palabras, pero es capaz de distinguirlas. De hecho, más de un estudio al respecto asegura que tu animal de compañía puede advertir hasta 2000. Y no solo eso. También está capacitado para relacionar más de mil frases con un gesto.
Por ejemplo, en ocasiones anteriores ha comprobado como cuando pronuncias «¿vamos a la calle?» le colocas la correa y salís a pasear. Si de tu boca salen esos términos de nuevo, tras ladear la cabeza, se volverá igual de loco que tú en un concierto de Manuel Carrasco.
Pero tu can no solo ladea la cabecita cuando intentas conversar con él para escucharte bien. También lo hace para verte mejor. Especialmente, si su hocico es largo (aquellos con morro chato tienen una óptica y un enfoque más perfectos de la cara de su dueño). Esta parte le resta visión mientras te mira los labios para descifrar tus palabras y asociarlas con gestos de los que hablábamos.
Si no nos crees, prueba a colocar tu puño cerrado en tu nariz. Después, contempla esa figura que te regaló tu tía, ubicada en un punto alto. Si no mueves tu cabeza hacia un lado, no la observarás en todo su esplendor, ¿verdad? Pues lo mismo le ocurre al bueno de tu perro. En estas ocasiones, lo que quiere es poseer una visión completa de tu rostro.
Como ves, no debes preocuparte por este comportamiento. Eso sí, en algunos perros este gesto puede encerrar problemas de oído. Pero no te asustes, debe ir asociado con otras conductas. Hablamos de irritación en la parte interna de las orejas, proceder agresivo o paseos continuos en círculo.
En caso de que tu pequeño peludo presente estos síntomas, acude con urgencia al veterinario. Un profesional determinará si lo que le sucede es que sufre otitis, inflamaciones o si, por el contrario, se trata de un problema congénito.
Ahora que sabes que tu perro hace todo lo posible por entenderte, ya te sientes menos raro por intentar mantener una conversación con él, ¿verdad? Pues sí, «solo le falta hablar».
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