Ahora que nos va a dar más el sol, empezamos a pensar en hacer desaparecer las lorzas navideñas. La operación bikini todavía no ha empezado, pero a poco que te estires llega el buen tiempo y la playa. Esto es así de rápido y los kilos de más no desaparecen en dos días.
Además, que no es solo cuestión de estética. Lo que importa es la salud y el sobrepeso nos sobra y nos pesa. Fuera excesos y a tope con el cuidarse, ¿verdad? Entonces empiezas a mirar opciones de ejercicio y de régimen. Tu amiga te habla de lo bien que le va una dieta que acaba de empezar. La ves divina y quieres apuntarte, porque si le ha funcionado a ella, ¿por qué no habría de hacerlo contigo? ¡Pues no es así!
Las dietas milagrosas te asedian por todas partes y todas prometen maravillas. Ves a una famosa que se ha quedado que da gusto verla después de la dieta mágica del Tíbet más tibetano. Aquella otra que si la dieta del agua vaporizada con sal azul del Kilimanjaro. Y la que se lió con aquel que salió con la otra que era prima de ese, pues ha perdido siete kilos en una semana y ahora vende su método en un libro.
Y tu amiga, que ha seguido una dieta que le ha sentado que da gusto verla, pues te recomienda seguirla. Pero te vamos a explicar por qué no es buena idea.
¿Tienes pareja? Mira lo que coméis: los mismos platos y en el mismo momento. Más o menos seguís una dieta similar. Y resulta que os sienta de manera distinta. Tu pareja podría tener más tendencia que tú a engordar. O al revés, y por eso cinco gramos de chocolate se convierten en cinco kilos en tus cartucheras.
Cada persona tiene una manera de reaccionar ante la comida. Algunas engordan con facilidad y otras comen como limas y no ganan peso. El motivo de estas diferencias está en la genética. Los genes definen la manera de procesar los alimentos de nuestro sistema digestivo y la forma de conservar y generar energía de nuestras células. En tu ADN está escrita la manera de relacionarte con la materia grasa.
Los patrones son iguales para todos, pero su eficiencia no. Por tanto, ¿por qué debería funcionarte la dieta de tu amiga? ¿Por qué no consigues nada con la dieta milagro de moda? Lo que debes hacer es seguir un régimen que vaya acorde con tus necesidades particulares.
Personales e intransferibles. Así son las dietas personalizadas. Quizá no tengas acceso a un análisis de ADN, que sería necesario para diseñar una dieta totalmente adaptada a tus genes específicos. Pero sí puedes pasar de las dietas de revistas y blogs, que son genéricas y podrían ser ineficaces para ti.
Si quieres un plan de adelgazamiento que de verdad esté ajustado a tus necesidades, sigue las recomendaciones de un nutricionista. Debes acudir a un experto en alimentación y dietética que estudie tu caso particular, analice tu cuerpo, tus circunstancias y tus limitaciones. Con esos datos, y aplicando conocimiento científico probado y demostrado (y menos mitos y leyendas), el nutricionista será capaz de determinar el régimen de adelgazamiento que más te conviene.
Hazle caso. Sigue sus pautas con disciplina y tómatelo en serio. Descubrirás que es más que una dieta de adelgazamiento, es una forma de comer especialmente buena para ti. Las claves nutricionales que descubrirás con este apoyo profesional podrían formar parte de tu alimentación normal, incluso después de la desaparición de los michelines. ¡Adiós lorzas!
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