Había pedido una botella de cava que se suponía que venía incluida en la suite que se alojaba, pero nunca llegó. Más que una reclamación, se trataba de una sugerencia, para que no volviera a ocurrir lo mismo con otro cliente, ya que tenía ganas de beber con su pareja.
La cuestión es que el director, tras pedirle perdón, también aprovechó el momento para reclamar una toalla que la señora se había llevado de la habitación, aunque ella lo negó rotundamente. ¿Cómo habrá acabado toda esta bromita?