Las dos de la tarde es la hora fatídica. Resulta casi imposible no estar de mal humor por un sinfín de motivos. «Te va a dar algo», te suelen comentar, pero esta frase quizá no sea tan cierta como piensas. Te contamos por qué a continuación.
Es lógico que un lunes no se te pueda dirigir la palabra, pero recuerda que el mal humor puede ser saludable, aunque, como casi todo en la vida, siempre con moderación. Estos son los factores que convierten estar contra el mundo en una magnífica manera de proteger tu estado de salud:
– Aumenta la concentración. Estar de mala leche te lleva a convertirte en una persona más observadora, aunque sea para detectar el fallo de otro, y por lo tanto te puede ayudar a centrarte en tu trabajo con la excusa de terminar antes para dejar de ver de una maldita vez a la gentuza que trabaja contigo, que no se merecen nada, ¡hombre ya!
– Refuerza la memoria. Vamos a ver, no estás para tonterías, entras en una tienda o en cualquier local y vas a lo que vas. «Póngame un café», «quiero una camiseta blanca» y frases similares. Esto te ayuda a recordar detalles que se te habrían pasado por alto si vas pensando que eres un unicornio multicolor que va de nube en nube junto al amor de tu vida.
– Tus opiniones serán más reales y lograrás explicarte mejor. El conocido buen rollo tiene uno de sus pilares en el eufemismo y otro en la hipocresía. El que está de mal humor habla claro y todo el mundo lo entiende. Como diría Makinavaja, «la verdad fastidia, pero curte».
– Es posible hacer labores más complicadas con menor esfuerzo. Es una de las consecuencias más curiosas del mal humor. El que es optimista se la ve venir y dice «lo va a hacer tu progenitor», el que está de mal humor, al querer casi castigarse y estar todavía peor, afronta la tarea y consigue llevarla a cabo con éxito.
– Aumenta tu sensación de justicia. El que lo ve todo de color de rosa siempre apostará por lo políticamente correcto. Su opuesto intentará ser más ecuánime y evitar tratos de favor. Sí, todo esto es consecuencia de la filosofía «si yo estoy fastidiado, que lo esté el que le toque», pero es preferible alguien que piense así a otro que no se moje en ciertos charcos.
– Estrés y ansiedad por encima de la media. El cerebro necesita cierto nivel de estrés para seguir funcionando, pero buscarte tú mismo lo que no tienes terminará por agotarte física y mentalmente antes de lo que piensas.
– Envejecerás antes. La negatividad, la crítica y los malos modos no tardarán en pasarte factura. Tu cerebro trabajará tan rápido como tu sistema cardiovascular, que sufrirá el lógico desgaste, provocando que se triplique el proceso de envejecimiento.
– Saturación cerebral. No podrás trabajar como siempre, no te será sencillo aprender nuevos conceptos y terminarás convirtiendo tu existencia en un verdadero suplicio. ¿Te merece la pena?
Si estás en esta última situación, busca ayuda profesional. El mal humor ocasional con un motivo determinado es completamente normal. En ambos casos, apuesta por el yoga, la relajación, una buena dieta y por no olvidarte de que la vida son tres días y ya has vivido dos. Vive siempre feliz y ya verás como te será más fácil hacerles frente a tus problemas.
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