¿Recuerdas que en tu adolescencia te encantaban esos pantalones de campana de licra y a cuadros? Te costaba más despedirte de ellos que a Pancho de sus amigos en Verano Azul. Eran tu prenda comodín. Te los ponías con aquella sudadera con la que hacías de todo menos gimnasia, pero también con esa otra camisa estampada de flores. Increíble, ¡cuadros con margaritas! Más antiestético que no recoger la cocina en una semana.
Tú pensabas que más a la moda no podías ir. Nadie te decía nada, así que ahí continuabas, dedicando una oda a la horterada a cada paso. Y con la alimentación te ocurre lo mismo. Quieres adelgazar, pero te hinchas a pan de madrugada, te cebas para echarte después una siesta de tres horas y le haces la peineta a tus zapatillas de deporte. Son hábitos que facilitan el aumento de tus michelines. Además, estás comiendo cosas que piensas que te favorecen para moldear tu silueta, pero consiguen todo lo contrario. Estos diez alimentos no te están haciendo bien:
Sanas son, desde luego, pero abusar de ellas no resulta nada recomendable. El aceite de oliva es un elemento calórico, así que controla esos aperitivos de domingo a mediodía.
Edulcorantes y conservantes se dejan ver en estos pequeños productos que parecen inofensivos. Te sientes toda una celebridad cuando los masticas, pero ¿no te hacía sospechar ese rico sabor a miel, almendras y chocolate?
¿Pero cómo va a engordar el sushi? Pues sí, amigo. Nos duele en el alma tener que darte la mala noticia. Resulta que los carbohidratos están presentes en el arroz, más aún si no se trata de integral. Además, la salsa de soja no contrarresta el problema, sino todo lo contrario.
Es fruta, sí, pero en una versión a la que se le añaden tanques de azúcar. Está más edulcorada que esa relación incipiente entre esos dos pesados compañeros de tu trabajo. Mírala de lejos.
Supone una barrera para las enfermedades del corazón y te aporta grasas buenas. Como sabías de sus bondades, se lo echas a todo. Pon el freno, pues también posee un alto contenido calórico. Vaya, ahora que habías aprendido a pelarlo bien.
Si tienes la posibilidad de exprimir naranjas, ¿por qué beber el jugo a morro desde esa botella que compraste en el supermercado? Estos líquidos ni son naturales ni bajos en azúcar.
De fresa, de melocotón, de plátano, de mora… ¡Da igual! ¿Eres consciente de que un yogur de sabores puede incluir entre seis y ocho terrones de azúcar? Pues nada, cómprate un paquete de doce, si ves que tal.
Sustituye la mantequilla porque piensas que así te ayudará en tu dieta y que es mucho más sana, pero no. Y luego, claro, lo rematas con una dosis bien generosa de mermelada de frambuesa para tu tostada. En fin…
Son productos refinados y, como tal, su ingrediente estrella es el azúcar. Además, muchos contienen la fruta deshidratada de la que hablábamos con anterioridad. ¿Quieres un desayuno más ligero y sano? Entonces, opta por la avena.
La palabra «bollo» ha nacido para chocar con una dieta razonablemente sana. No te engañes, sea cual sea el adjetivo que les acompañe no te beneficiarán en tu objetivo.
Si en tu menú diario incorporas varios de estos alimentos con el fin de adelgazar, modifícalo. Y es que quizá estés consiguiendo el efecto contrario. ¡Es hora de cambiar tu rutina alimenticia!
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