La ciencia ha logrado avances espectaculares en los últimos tiempos: descubrió una nueva especie de simio, detectó ondas gravitacionales y fotografió la vida a escala atómica. Pero también ha dejado su impronta en otros aspectos más banales (mejor digamos «muchísimo más banales»). ¿Sabías que ha demostrado que masticar chicle mientras caminas adelgaza? ¿Y que llegó a la conclusión de que si tu madre es pesada, triunfarás más?
Siendo consciente de estas últimas pesquisas, te resultará más creíble otro de sus últimos estudios. Con su puesta en marcha, los científicos demuestran que su obsesión es idéntica a la del resto de los mortales: la felicidad. Cuántas recetas habremos consultado… La búsqueda de la fórmula exacta pasa, por supuesto, por diseccionar aspectos, en teoría, rocambolescos. Repetimos: en teoría.
El blanco de los expertos, en el caso que nos ocupa, es nuestra altura. Un grupo de investigadores de la Universidad de Konkuk, en Seúl (Corea del Sur), puso en relación los centímetros que ocupamos a lo largo con la satisfacción.
En principio, estos dos asuntos se asemejan lo mismo que un huevo a una castaña. Pero los científicos son capaces de generar petróleo donde parece que no lo hay. Algo así como lo que hacía tu abuela, que se sacaba de la manga un plato totalmente diferente para cada día de la semana con tan solo un paquete de arroz.
Y no estamos hablando del placer personal de ser más espigado (si no fuera por eso, los tacones iban a la basura, ¿verdad?). Los estudiosos ahondaron, en este caso, en la posible vinculación entre la altura de tu pareja y tu sonrisa. ¡Y vaya si encontraron correspondencia!
Hay que decir que, en este caso, la investigación se circunscribió a las relaciones heterosexuales. También es importante que sepas que todas las participantes eran mujeres (7850, para ser más exactos). Vamos, que nadie les preguntó a ellos. El objetivo era responder a este interrogante: ¿las parejas con gran diferencia de altura entre sus miembros son más felices? O, para ceñirnos escrupulosamente a la realidad: ¿las mujeres heterosexuales mucho más bajitas que su media naranja se sienten más dichosas?
La respuesta es afirmativa. Ellas los prefieren altos… mucho más altos. Aunque, eso sí, no son capaces de explicar por qué. No todo tiene por qué estar sustentado en una razón, ¿no? Te gusta más lo dulce que lo salado y no posees ningún argumento para defenderlo. En lo que sí parecen más convencidos los responsables de esta investigación, y aquí viene el sopapo ejecutado por la realidad, es en el desvanecimiento de esta sensación.
Según estos científicos, el bienestar no duraría lo mismo que un caramelo en la puerta del colegio, pero también tiene fecha de caducidad. ¿Semanas? ¿Meses? ¿Años? Redoble de tambores… ¡18 años! No es la panacea, pero menos da una piedra, ¿o no?
Casi dos décadas de felicidad… «¿dónde hay que firmar?», estarás pensando. Claro, que quizá lo haces por ese bucle de continuos desengaños amorosos del que no sales. Un consejo: aunque en cada papeleta te siga saliendo el cansino «sigue rascando», no te desesperes. ¡Y no te declares a otra persona más larga que un día sin pan solo por aplicar esta teoría! 18 años deben ser pocos para ti. Todos nos merecemos felicidad plena eternamente.
En definitiva, la altura se mide en centímetros, pero la felicidad no entiende de cálculos o ecuaciones.
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