Ya las has probado todas: la de la piña, la del pollo, la de la alcachofa… El verano nos juega una mala pasada. Nos confiamos y creemos que en un mes nos vamos a quitar todos los kilos que vamos adquiriendo desde que empezamos a ponernos chaqueta. Pero llega la Semana Santa y así que no te vas a querer ir a un destino de playa.
Tranquilidad. Todos los años aparecen nuevos regímenes. Esos que nadie se espera y que te dejan con la misma cara que el emoticono asombrado. Y entonces, piensas para tus adentros: «¿Pero eso funciona?» Pues si sabes cómo hacerlo y lo sigues a rajatabla, puede que te lleves una sorpresa. Quizá termines entrando en esos vaqueros que no te pones desde el verano. ¿Quieres saber en qué consiste?
Estamos cansados de esos tratamientos de adelgazamiento que no nos permiten levantar cabeza. Los que nos tienen prohibido mirar lo que tan gustosamente están comiendo nuestros hijos o nuestra pareja. Todos cenando una pizza y tú, ahí, con tu trozo de pollo desangelado en el plato y dos rodajas de piña (en su jugo, que no se te olvide).
No podemos intentar que funcionen en nuestros cuerpos hambrientos esos métodos de adelgazamiento que solo nos hacen sufrir. Tratar de introducir en nuestra rutina un plan para quemar calorías que nos deje respirar, y vivir, supone todo un alivio.
El régimen del 5:2 consiste en la alternancia de días en los que comes normal con aquellos en los que te privas un poquito más. Te ponemos en situación: empiezas un miércoles. Ingieres lo habitual, pero ciñéndote a unas 2000 calorías diarias, no te vayas a pasar. Estarás cinco días comiendo de este modo. Está pensado así para que no sufras los fines de semana.
El lunes empieza el ayuno, ya que en este sistema se vive bien durante cinco jornadas. En las dos siguientes aparece el martirio real. Aquí, la ingesta de calorías se divide entre cuatro. Y es que, la abstinencia no puede significar dejar de comer de golpe. Está permitido tomar ensaladas, pollo o caldo, pero siempre limitándote. Y, eso sí, bebiendo mucha agua.
¿Cuánto peso voy a perder? Te lo llevas preguntando desde hace rato, ¿no? Pues bien, eliminarás unos 500 gramos a la semana si lo haces correctamente.
Pero si crees que este procedimiento no va a ser muy efectivo, modifícalo. Aliméntate de forma corriente durante cuatro días y prívate de todo lo rico durante tres jornadas. El cambio no te resultará tan traumático.
El secreto (si es que existe secreto aquí) reside en que los días en los que efectúes una comida común, ni se te ocurra llamar a la moto que te trae hamburguesas a la puerta de casa. Además, las jornadas en las que has de practicar el ayuno no vas a estar muriéndote de hambre. Hay que ser un poco conscientes de que la salud también es importante; no solo entrar en esos vestidazos.
La llegada de las nuevas dietas nos permite plantearnos seguir una vida normal. También, no ser los clásicos amigos que no pueden quedar con la civilización porque están sufriendo su particular calvario alimenticio. Así que, tómatelo con tranquilidad. Planifícate las calorías que consumirás diariamente y ve sacando aquella ropa que miras con ojillos vidriosos cada vez que abres el armario.
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