La diversión fuera de casa es la Carolina Marín de los planes para niños: no tiene rival. Acudir a la bolera con tu pequeño, columpiarlo en el parque, pasear juntos con la bici, ir a la piscina… Sacarlo del sofá y lograr que abandone los videojuegos durante un rato es posible con estos métodos. Aunque te contamos otras alternativas que recrearán el ambiente de tu infancia y harán feliz a tu hijo.
Ingredientes: cucharones, globos de agua y agilidad a raudales. Seguir los pasos de esta receta resulta más sencillo que freír un huevo. Depositad el globo lleno en el utensilio de cocina ¡y a correr como si no hubiera un mañana! Te mojarás, claro que sí, pero te considerarás afortunado si el sol aprieta.
Bruno Hortelano, Ruth Beitia… ¡Quién sabe si los participantes serán algún día tan grandes como ellos! Este juego no solo sirve para hacer ejercicio. Además, fomenta el trabajo en equipo, mejora las relaciones personales y refrenda esta máxima: sudar tiene recompensa.
La música es terapéutica. Si encima va acompañada de un divertido juego, ¿qué más puedes pedir? Recuerda esas canciones que tarareabas cuando saltabas a la comba y repítelas para ellos. Puedes intercalar esta actividad con otro clásico: bailar el aro.
No eras el más avispado en este entretenimiento, pero te encantaba. Nunca es tarde para recuperarlo. Coloca las sillas en círculo, que suene la música y que todos encuentren la suya antes de que se detenga la canción. ¿Te quedarás fuera de nuevo?
Tápate los ojos y deja que tus hijos te troleen un poquito. No verás nada, pero no dejarás de escuchar carcajadas. Tendrás que atrapar a alguno y averiguar de quién se trata. ¿Serás capaz?
Elabora letras gigantes con cartulina y convierte el césped en tu tablero. Movimiento, imaginación y fomento del lenguaje. Lograrás tres propósitos con un solo pasatiempo.
Solo necesitas una tiza y una piedra. Pinta en el suelo recuadros del uno al diez y lanza la piedra. Las instrucciones son muy sencillas: salta apoyando una o dos piernas según el diagrama, sorteando la piedra. Recógela a la vuelta.
Pon música de nuevo y que todos bailen. Párala y deberán permanecer quietos. El que se mueva primero, pierde. Divertido, ¿no?
Propón juegos en cadena, escondiendo las pistas. El emplazamiento debe ser un parque amplio. Estudia cada recoveco (árboles, bancos, columpios…) y elabora enigmas sesudos para hallar el tesoro. ¡Que se expriman el cerebro!
¿Hace falta explicar de qué se trata? Cuenta hasta cien (puedes saltarte algún número, tampoco es una trampa escandalosa) y empieza a buscar a los astutos participantes.
Con cualquiera de estas propuestas conseguirás tres triunfos. Por un lado, que tus niños abandonen durante unas horas la consola y el ordenador. En segundo lugar, incentivar su curiosidad e inocularles el dulce veneno del gusto por el deporte. Por último, también tendrás tu premio: viajarás a tu infancia. Total, que la tarde empezará y acabará con una sonrisa. ¿Conoces un plan mejor?
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