Si bien ya sabíamos que los jefes cobran, aproximadamente, 98 veces más que los empleados, lo que no estaba tan claro es que no se valorara la capacidad de una persona para desempeñar su trabajo, sino si tiene, o no, unos kilos de más.
Un reciente estudio realizado en Estados Unidos así lo confirma. Los trabajadores que más cobran son los delgados. Las mujeres con sobrepeso cobran infinitamente menos dinero que sus compañeros delgados aunque hagan exactamente el mismo trabajo. Esto es gordofobia en estado puro y, además, también se ejecuta con total frialdad en muchas empresas de nuestro país.
La discriminación en España parece darse incluso antes de que una persona entre en la empresa. Vamos, que un Premio Nobel con sobrepeso va a pedir trabajo de camarero y no se lo dan por aquello de la imagen.
La universidad de Exeter concluyó hace algunos años que una mujer con seis kilos de más (algo más que habitual) podría cobrar en torno a 2000 euros menos al año. Dan igual su efectividad, sus ganas de trabajar y sus resultados: lo importante es que todo el mundo esté como la varilla de un paraguas y que la empresa luzca una imagen saludable, según ellos, y más apropiada a los tiempos que corren.
Curiosamente, la misma universidad analizó el aumento de los casos de anorexia y de trastornos de alimentación para darse de bruces con la cruda realidad. Un alto porcentaje de mujeres jóvenes en edad de trabajar prefieren morirse de hambre a estar en paro o a trabajar por una limosna.
Nos llama poderosamente la atención cómo seguimos siendo víctimas de la dictadura de la imagen. Todo el mundo tiene que llevar la misma ropa, conducir el mismo coche, tener el mismo peso y ofrecer una imagen estándar que nadie sabe quién ha impuesto y por qué.
Si bien entendemos que la pérdida de peso es saludable y que puede alargar la vida de cualquier persona, pensamos que es una decisión individual que no puede ser tomada por parte de ningún jefe.
Y lo peor del caso es la ignorancia en la que viven estos trabajadores. Como es lógico, a nadie se le ocurre preguntarle al que está en la mesa de al lado cuánto cobra ya que nadie espera que le traten como si fuera un trozo de carne.
Así que ya sabes, si vives esta situación quizá haya llegado el momento de investigar si tu empresa te discrimina por este motivo. A lo mejor te llevas la sorpresa y te das cuenta de que tienes que hacer algo al respecto. Por lo demás, vive la vida con los kilos que te apetezca y no caigas en la trampa de ser una persona más. ¡Stop gordofobia!
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