Recibir una invitación a la boda del compañero de trabajo al que no aguantas no es el único jarro de agua fría que puedes recibir un martes. Deja de echar las culpas al resto por fastidiar tu jornada. Un día que prometía puede acabar en desastre simplemente por tu culpa. Y es que algunos de tus hábitos nocturnos resultan poco recomendables. Tanto, que acabarás pagando sus efectos fatales al día siguiente.
Insomnio y el aumento de tu michelín. Son las dos consecuencias irrefutables de tropezar en la misma piedra cada noche. Así que si no quieres sufrirlas, ¡espabila! Aunque para ponerle remedio, antes debes saber qué es lo que estás haciendo mal. Tranquilidad, que te lo aclaramos en un momento.
Ocho horas intensivas de curro, dos coladas, una compra en el supermercado y las obligaciones asociadas a tus pequeños no se merecen menos que un buen descanso en el sofá. Con esta lista de deberes no tienes ganas de devanarte los sesos, así que prefieres un programa de entretenimiento que un libro de filosofía. Hasta ahí, perfecto. El problema es que no sabes distinguir entre lo recomendado y la sobredosis.
Las pantallas luminosas de tu teléfono y otros dispositivos te activan el cerebro. Si ya estabas bostezando más que en una clase de física cuántica, echar un vistazo a tus notificaciones producirá el efecto contrario. Abandonarás el sueño por un estado de excitación del que no eres consciente… hasta que te despiertes una y otra vez durante la madrugada. Te acordarás de esos vaivenes, y no de muy buen humor, al día siguiente. ¡Fijo!
Piensas que beber una copita de vino te produce algo de sueño. Es cierto que notarás cómo te amodorras. Ahora bien, te ocurrirá lo mismo que en el caso anterior. Llegar a la fase REM se antojará más complicado que enseñar a tu perro a darte la patita. Por supuesto, tampoco es bueno beber cafeína. Estimular el cerebro no resulta lo más recomendable antes de abrazar la almohada. Al día siguiente, bostezos por doquier.
Lo que no hayas sudado a las siete de la tarde no lo quieras eliminar a las once de la noche. Sí, cada vez que te das una ducha después de salir con la bici y hacer unas flexiones a estas horas acabas relajado. Tanto que piensas que es momento de dormir plácidamente. Pero es un espejismo. En realidad, después de ejercitarte, tu metabolismo se acelera, con lo que tendrás energía a raudales. ¡Prueba a hacerlo por la mañana!
Unos calamares con mayonesa, un par de filetes rusos, dos albóndigas que te sobraron de la comida y una ensalada con salsa césar. No nos olvidamos ni del pan ni de la mencionada copa de vino, por supuesto. Ya sabes, las frituras en la cena no son buenas compañías. Al margen del regalito que dejarán en tu vientre (acumulación de grasa), llenarán tu panza de tal manera que no lograrás un sueño placentero. Acostarte con la sensación de que te va a estallar la barriga no te permitirá dormir a cuerpo de rey. ¡Lo pagarás por la mañana!
Tener un buen día depende, en gran medida, de ti. Trabaja por ello. Es cuestión de dejar en paz al móvil y echar el candado a la nevera antes de la medianoche. Por fin dejarás de contar ovejitas…
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