La forma en la que te comportas en torno a una mesa desvela aspectos de tu personalidad que ni te imaginas. Y no nos referimos a que comer con la boca llena mientras hablas sea un síntoma de persona irrespetuosa a la que le importa poco el qué dirán. Hay detalles que destapan mucho más…
Y te diré cómo eres, o qué te pasa. ¿Con cuál de estas categorías te sientes identificado?
Apuestas por la productividad y te encanta dedicarle tiempo a los demás. Te recomendamos, no obstante, que frenes un poco. Especialmente, si tus ansias por terminar propician que te alimentes de pie y sin masticar, como cualquiera de los hipopótamos que tragaban bolas en aquel juego. Eres demasiado nervioso e impaciente.
No te preocupas por el pasado o el futuro. El presente es lo que importa. Eres una persona centrada que disfruta de cada momento que le ofrece la vida. ¡Y ese cochinillo asado se merece toda tu atención!
¿Separas los alimentos del plato con cuidado? ¿No comes el arroz hasta que terminas los trocitos de pollo? Seguramente, la ropa de tu armario estará ordenada por colores, ¿verdad? Tanta organización no es buena. ¡Relájate!
Eres la antítesis del comedor anterior. Tenemos una buena noticia y otra mala. La mala es que muestras dificultades para establecer prioridades. ¿La buena? Que eres un individuo abierto a los cambios y a los retos imposibles.
¿Lo único que te gusta es la pasta? La enrollas de lujo, eso sí, pero tu predilección guarda una incapacidad para adaptarte a ciertas situaciones. Un consejo: visita más el pasillo de las verduras de tu supermercado.
Al parecer, aquello de «somos lo que comemos» tiene tanta verdad como tu nombre y apellidos. Lo que metes en la cesta de la compra no son solo nutrientes, sino sentimientos. Y es que, una manzana y una rosquilla de anís poseen más información sobre ti que tus contactos de Facebook. ¡Encuéntrate en estos supuestos! Quizá haya más porcentaje de acierto que con tu horóscopo de la semana pasada.
Es que tienes madera de aventurero. Miguel de la Quadra Salcedo sería un principiante a tu lado. Te gusta arriesgar, adentrarte en mundos inciertos y coquetear con las emociones fuertes. ¿Que prefieres los sabores suaves? Eso es que te decantas por lo malo conocido. Lanzarte en paracaídas no figura entre tus prioridades, precisamente.
Necesitas un abrazo como el comer, y nunca mejor dicho. En tu caso, el chocolate no es el sustitutivo del sexo (continuando con las frases populares), sino de una caricia, sin más. Un poco de azúcar no hace daño, pero recuerda que esas dosis que inyectas a tu cuerpo te hacen un flaco favor.
«¿Y quién no?», preguntarás. Si piensas más en ella de lo normal, significa que eres una persona menos sociable que aquella que prefiere frutas o verduras. Es decir, la mencionada manzana de tu cesta de la compra nos estaría revelando que eres alguien amable. ¡Enhorabuena!
Estás convencido de que atragantarte con una espina es lo peor que te puede pasar. Sufrir este temor sería la explicación a tu excesiva preocupación por los problemas, por muy diminutos que sean. ¿La solución? Optar por el salmón: omega 3 sin espinas.
Pues sí, la forma en la que nos relacionamos con la comida dice mucho de nosotros. Asúmelo, los alimentos son más soplones que aquel supuesto mejor amigo que te delató en el colegio.
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