Tienes sed, ves una botella de agua helada y te la bebes entera, tanto que no la exprimes por vergüenza. Sin embargo, a la media hora vuelves a tener sed. Aparte de que hay bebidas que hidratan igual que el agua, debes saber que el agua fría no es tan positiva como parece ser.
No es lo mismo beber agua fría que bañarte en agua fría. Y es que bañarte en agua helada ayuda a mejorar la circulación sanguínea. Es más, regula nuestra temperatura corporal y alivia la tensión de nuestros músculos después de realizar deporte, estimulando nuestro cuerpo.
Tu organismo está compuesto en un 70 % de agua por lo que parece lógico pensar que reponer este líquido te ayudará a hidratarte. Y es cierto, lo malo es que bebidas como el agua mineral, esa que piensas que es tan saludable, esconden mucho más de lo que parece.
O lo que es lo mismo, has caído en pensar que una botellita de agua fría es la solución para la sed más por mercadotecnia que por hechos científicamente comprobados. ¿Que no te lo crees? Persona de poca fe, sigue leyendo y descubre por qué nos expresamos en estos términos.
«El agua a cuarenta grados es un purgante, esto no hay quién se lo crea» estarás pensando. Y haces bien, pero no creemos que haya nadie que se vaya a beber el agua de un charco o de un cubo al aire libre. Vamos, que los botijos se inventaron para algo y siempre se ponen a la sombra.
El motivo médico que explica por qué el agua fría no calma tu sed es el siguiente:
– En verano sudas para refrescar tu cuerpo. Es decir, tu cerebro humedece la piel para bajar su temperatura de forma efectiva.
– Bebes agua fría y tu cerebro interpreta que lo que quieres es refrigerar tu cuerpo por lo que envía toda el agua hacia la piel.
O lo que es lo mismo, en lugar de reponer los líquidos perdidos por el sudor, tu cuerpo apuesta por desechar el agua fría de forma inmediata a través del sudor. Cuanta más agua fría bebas, más vas a sudar y más sed vas a tener.
Beber agua a una temperatura templada, sin embargo, es entendido por tu organismo como un deseo de recuperar el líquido perdido. Por lo tanto, te calmará la sed y conseguirás, con mayor facilidad tu propósito de equilibrar tu organismo sin dejarte vencer por la sed.
Mención aparte nos merece el brutal ataque que supone para tu aparato fonador el beberse una botella de agua a unos cinco grados. Tu garganta, tu faringe y tus cuerdas vocales se contraerán y no tardarás en quedarte casi sin voz o con el clásico resfriado de verano que achacas al aire acondicionado y que este tipo de prácticas acelera, y de qué manera.
Por lo tanto, ya sabes. El botijo de tus abuelos no es un objeto retro, sino una perfecta manera de tener el agua a una temperatura tan adecuada como saludable. De lo contrario, sudarás como un pollo, aunque, eso sí, cumplirás con los mandamientos publicitarios que te bombardean cada día con botellas de agua helada como la mejor solución para el calor.
Recuerda que cuerpo solo tienes uno y que, a más ataques contra él, más posibilidades de tener un problema de salud que termine por afectarte seriamente. El que avisa no es traidor, que decía tu padre. Bebe agua para hidratarte y deja a un lado otras opciones que podrían ser menos adecuadas de lo que parecen. ¿Te apetece una botellita de agua del tiempo?
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