Los españoles hemos sido campeones de Europa en fútbol, tenemos la playa más bonita del continente, la de La Concha de San Sebastián, y Bilbao es la Mejor Ciudad Europea 2018. Pero hay algo en lo que arrasamos, una disciplina en la que no tenemos rival y con la que repetimos en lo más alto del podio año tras año. Efectivamente, amigo, nos referimos al dudoso honor de ser los más infieles.
La pregunta ahora es: ¿las deslealtades son diferentes en los hombres que en las mujeres? Para empezar, si hablamos de cifras, ellos se sitúan en cabeza. El 35 % reconoce haberse guardado en el bolsillo alguna vez el anillo de compromiso. Mientras, el 26 % de las españolas confiesa que ha tenido un desliz en algún momento de la relación.
Ahora bien, este es ta n solo un estudio más de los cientos que leemos sobre este tema. Además, se trata de infieles valientes que cuentan su error. Habría que ver a más de uno y de dos que juran haberse portado bien, sometiéndose al tercer grado. Vamos, que las cifras están más maquilladas que tu primo disfrazado de payaso en aquellos carnavales.
Además de la cifra de pecadores, otra de las diferencias está en el momento en que se produce el engaño. Al parecer, las mujeres aguantan el tipo hasta los 34, seis años de media antes que los hombres. Como dicen en tu pueblo, las chicas maduran antes… y también son más espabiladas. Eso sí, los chicos tienen tendencia a conocer más lechos. Ostentan un promedio anual de 2,4 frente al 1,3 de ellas.
El perfil de infiel masculino es una persona que engaña porque no está conforme con su relación, pero tampoco se atreve a confesarlo. Busca una escapatoria para eludir el problema. Algo así como cuando estudiábamos el día antes del examen para no tener que enfrentarnos con antelación a aquellas fórmulas químicas que nos daban pavor.
También proliferan los que hicieron creer a su pareja que eran devotos de la monogamia cuando apostaban más por ir de flor en flor. Y no debemos olvidarnos de aquellos que arrastran conflictos de la infancia y poseen una idea equivocada del amor, asociándola solo a la pasión. En esto último coinciden con las mujeres. Ellas también engañan por insatisfacción en la cama o por no sentirse deseadas. Igual que los hombres, en muchas ocasiones no reúnen la fuerza suficiente para dar carpetazo al asunto.
Como vemos, los motivos de la infidelidad se asemejan. No así las excusas. Las de las chicas son mucho más elaboradas. Suelen prepararlas con una semana de antelación. Tienen más medido el planteamiento que Ernesto Valverde el sistema con el que jugará el Barça la próxima jornada. No dejan nada al azar y eso les permite disimular mejor y conseguir que su pareja no sospeche.
Sin embargo, la maquinación de ellos suele tener alguna laguna. Por poco lista que sea la parienta, está pillado de pies y manos. No son tan previsores y se ven obligados a improvisar cuando se les cuestiona su coartada. Sus excusas son las mismas que las que se usaban en los 60: «me quedé hasta tarde en el trabajo», «el coche me dejó tirado en la cuneta»… ¡Ya no cuela!
Como ves, existen algunas diferencias entre el hombre y la mujer a la hora de ser infiel. Lo que seguro que les une a ambos es el medio para gestionar la deslealtad: el móvil, ese aparato testigo de todo. Ay, si nos leyeran las conversaciones…
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